LÍNEA DE FONDO

María Llebrez / Mllebrez@grupojoly.com

¿Y dónde están los tíos guapos?

A cambio de una bella figura femenina, la imagen ofrece al clásico barrigón comiéndose un bocadillo de chorizo

LLÁMENME feminista radical si así lo desean, llámenme tiquismiqui. Hace mucho tiempo que el fútbol no es cosa de hombres, por lo menos unos cuantos años, que yo recuerde. Pero los que siguen corriendo detrás de la pelotita son ellos y por desgracia, en su mayoría también son hombres los que atraviesan la realidad para convertirla en imagen, ya sea a través de una cámara de televisión o de fotos. Y esto no lo sé porque me lea los títulos de crédito al final de las retransmisiones o los pies de foto. Créanme que no es necesario.

Estoy harta de contemplar como, en los descansos de los partidos, la cámara siempre captura por casualidad alguna chica guapa con su bufanda colocada estratégicamente para llamar la atención sobre su ligera cintura o generoso escote. Estoy rematadamente harta de gafas de sol, de pintalabios y vaqueros apretados. Creo por supuesto que están en su derecho de ir como les dé la real gana. Y creo además que su atuendo no justifica los pícaros, por decirlo de alguna manera, planos que ofrece la caja tonta, ahora, más que caja, finísima lámina de TFT, o de lo que sea.

Porque como iba diciendo, el fútbol no es ya sólo cosa de hombres. ¿Dónde están los chicos guapos en la grada? ¿Es que no hay? O todos los hombres son feos, o yo no entiendo nada, porque la proporción de público masculino sigue siendo mucho más alta entre los aficionados que acuden a los estadios. Debe ser eso, sí. Eso tiene que ser. Que son feos. Por eso, a cambio de las bellas y esbeltas figuras femeninas, la imagen nos suele ofrecer al clásico hombre barrigón comiéndose un bocadillo de chorizo, al grupo de amigos compartiendo pipas, al señor mayor apostado en la tribuna fumándose un puro o, a lo sumo, al hincha fervoroso con camiseta, gorro y cara del mismo color de su equipo.

Eso es lo que nos toca. Y si de casualidad alguno es medianamente aceptable, con eso nos conformamos. Pues no. Reivindico mi derecho a ver hombres guapos. No sé si esto se considerará integración o no, pero por lo menos, me alegrará la vista.

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