Viernes Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Viernes Santo en la Semana Santa de Cádiz 2024

Cambio de sentido

Entre tiempos

Este compás de espera entre el Covid y la era pos-Covid está siendo desesperante y desesperanzado

Estaría bueno que el CIS y otras instituciones encargadas de la "pintura religiosa del siglo XXI" (así llamaba Eduardo García a estadísticas y diagramas) se encargaran no sólo de testar el estado de opinión sino también, y sobre todo, del estado de ánimo y de cómo anda la gente de moral, dicho sea moral en toda su acepción. Sería más exacto, en este mundo en el que la prescripción de opiniones está cediendo paso a la provocación de emociones. Este cambiazo de lo uno por lo otro -del debate por la crispación, y de la fabricación de opiniones por la de emociones- es de lo más peligroso, porque barrena la democracia desde el corazón mismo de la democracia, ya nos lo demostraron atrozmente los fascismos históricos, que ahora hay quien sueña con reeditarlos. Aparte de la manipulación emocional por parte del poder, los medidores del estado de ánimo habrían de captar el espíritu colectivo, eso que se respira en el ambiente y está compuesto no sólo de alegría o tristeza, también de resonancias y sensaciones, de esas cosas que se intuyen y que nunca sabemos del todo bien cómo explicar. Lógico: no existen palabras para nombrar del todo ese pálpito; quizá sólo el pensamiento por analogía y el don de las metáforas pueden acercarnos a ese mundo es subjetivo pero que se contagia y comparte.

Después de una Semana Santa poco santa y muy semana; después de tantos meses sin poder contemplar cómo crece un sobrino o cómo nace una nieta y de ver, por contraste, al niñateo franchute dando voces y camballás por las calles de Madrid; después de que gobiernos y expertos nos hayan ahitado de incongruencias hasta caer en el descrédito; después de contrastar las formas no sólo disímiles sino opuestas de gestionar la crisis; después de los mosqueos de Ursula von der Leyen -nada comparables con los de cualquiera que tenga a su padre y su madre sin vacunar- con las farmacéuticas, después de taparnos las orejas para no seguir oyendo el jaleo ominoso que están armando "los de arriba" con las urnas y los escaños; después de intentar no volvernos locas con el mucho teletrabajo o por la falta de presente (del futuro ya ni hablo)…, podemos afirmar que no está el horno para bollos. Hoy vivimos entre tiempos, más que en entretiempo, en un territorio liminar y de espera entre lo que hubo y lo que habrá, que nos está viniendo muy largo. A ambos lados de esta bisagra no sabemos bien qué hay. La vida sigue en suspenso, y la incertidumbre continúa siendo la única certeza.

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