Contra tiempo

"Nunca dejaré de recomendar a mis amigos y enemigos que, ante todo, lean poesía"

En cuanto acaban las vacaciones, aprieta los dientes el tiempo. ¡Con lo lánguidamente que nos soltábamos de su mano cuando íbamos de la playa a la siesta! Así que este mes he leído el libro de Arnold Bennett Cómo vivir con veinticuatro horas. Es divertidísimo y, encima, útil. Si a usted las manecillas del reloj se le antojan unas pequeñas guadañas despiadas, se lo recomiendo.

El ensayo es trágico y desternillante, salvo un capítulo en que se pone serio y esperanzado. Cuando recomienda leer poesía. Me ha dado cargo de conciencia, porque en estas columnas hablo de lo humano y lo divino, pero poco del puente entre lo humano y lo divino, que es la poesía.

Bennett la recomienda en general, como género, aunque no nos la vende. No nos engaña: "La poesía requiere mucho más esfuerzo mental que las novelas. Probablemente sea el género literario que más esfuerzo demande. Es la forma más elevada de literatura, da el más sublime de los placeres y enseña la sabiduría más profunda. En pocas palabras, no hay nada que se le pueda comparar. Y digo esto sabiendo, tristemente, que la mayoría de las personas no lee poesía".

E insiste: "Estoy convencido de que muchas reputadas personalidades si se encontraran ante la disyuntiva de tener que escoger entre leer El paraíso perdido o pasear en hora punta por Trafalgar Square embutidos en un saco de esparto, escogerían el escarnio público. Aun así, nunca dejaré de recomendar a mis amigos y enemigos que, ante todo, lean poesía".

Esta recomendación tiene un triple mérito. 1) Ocupa mucho espacio de un libro muy breve y urgente sobre aprovechar el tiempo. Con ello nos quiere decir que la poesía no es una pérdida de tiempo, como se piensa comúnmente, sino un modo de ganarlo. 2) El libro tiene un tono de broma, pero cuando habla de poesía se pone profundamente serio y hasta un poco melancólico. Esa tristeza me ha dado gran alegría. 3) Por último, quien escribe este elogio inesperado y severísimo de la poesía es Arnold Bennett, un escritor que era… ¡novelista!

Como yo soy esencialmente poeta, que yo recomendase leer poesía podría parecer un interesado truco de marketing. Por eso he dejado que Bennett lleve la voz cantante. Aportaré sólo una nota de mi cosecha: cuando el poema, además de leerlo, lo guardas en la memoria, vence de alguna manera al tiempo. Lo que leíste lo tendrás presente siempre que quieras en el futuro. Se nos hace, por dentro, eterno.

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