LÍNEA DE FONDO

José Antonio / López / Jalopez@diariodecadiz.com

Una temporada para no olvidar

Lo más urgente es salvar la categoría. Después, la reflexión para saber qué errores no se deben repetir

El Cádiz juega el domingo el partido más importante de la temporada, aunque no el más decisivo ni el más determinante, porque después de recibir al Albacete quedarán nueve partidos, 27 puntos, en los que habrá tiempo de rectificar errores, si se falla el domingo, o de reafirmar el buen camino, si como todos esperan llega la victoria. La temporada llega a su fin y cada equipo busca el hueco que su propia regularidad le haya reservado. Una temporada atípica, problemática en todos los ámbitos, en el directivo y en el deportivo. Una temporada para olvidar, dirán algunos. Pues no: una temporada para no olvidar, para mantener en el recuerdo, en la memoria, con el objetivo de no repetirla nunca más. También en todos los ámbitos.

Lo más urgente, eso sí, es salvar al equipo, que debe cambiar radicalmente de actitud y mostrarse como un auténtico conjunto de Segunda, por mucho que algunos de sus jugadores estén acostumbrados a otras categorías. En ésta, hasta que no se demuestre lo contrario, hay que pegar bocaos. Deportivos, pero bocaos. Sobre todo para que después de empatar un partido, aunque fuera inmerecidamente, el rival sea capaz de hacer un gol después de una triangulación perfecta faltando un minuto para acabar el partido. El Xerez parecía de Champions.

No queda otra que ganar el domingo para alejar fantasmas y encarar el calendario restante, que es para echarse a temblar, sin la angustia de no poder fallar. Cierto es que el domingo aún hay margen de error, pero convendría no agotar ahora ese cartucho.

Y después, la reflexión. Reconocer los errores. La plantilla descompensada. El excesivo número de jugadores cedidos. La venta o marcha de jugadores claves. La escasa implicación de algunos jugadores en determinados partidos. La falta de acierto de los entrenadores para dotar al conjunto de un espíritu de equipo. Y, finalmente, la creencia, generalizada hasta en la afición, de que el ascenso llegaría solo.

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