A las seis de la tarde

Una vez más nos hemos creído que somos alemanes. Ya pasó con el euro, que fijó la paridad con el marco

Reformar los horarios es más difícil que reformar la Constitución. Por eso, ha sido demasiado ingenua la ministra Fátima Báñez, cuando dijo que la jornada laboral iba a terminar a las seis de la tarde para que las familias pudieran conciliar, o algo parecido. Al día siguiente, casi todos los periódicos abrieron con eso, igual que los telediarios y los informativos de radio. Así está el país y el mundo, como si no hubiera nada mejor. Después, cuando se han puesto a pensar, se han dado cuenta de algo que estaba claro desde el principio: era una pamplina.

Una vez más, nos hemos creído que somos alemanes. Ya pasó con el euro, que fijó la paridad con el marco, y así nos ha ido. También hemos mantenido el adelanto y el retraso de la hora solar para tener la misma que Alemania (una chorrada que se ha atribuido a Franco y a Hitler, y la gente se ha quedado tan pancha). Ahora plantean la jornada laboral hasta las seis de la tarde, que es cuando cierran las tiendas y los grandes almacenes en otros países europeos, y cuando las ciudades se quedan desiertas. En Cádiz, a esa hora, algunos se levantan de la siesta.

Cuando lo han pensado, señora Fátima, la gente se ha dado cuenta de que los parados tienen todo el día libre para conciliar. En Andalucía, entre los parados, y los jubilados, y los prejubilados, y los niños que son conciliados por sus abuelos o que van al cole, y todo eso pueden estar en torno a más de la mitad de la población real y auténtica.

En lo referido a los que tienen puestos de trabajo presuntamente, resulta que los funcionarios de todas las administraciones suelen salir a las tres de la tarde, y pocos vuelven después. Vale lo mismo para los bancos que no han sido totalmente recortados, o para un número apreciable de obreros supervivientes de industrias. Así que si trabajan hasta las seis de la tarde se organizaría una huelga general.

Esto sin insistir en aquellos empleos y oficios donde es imposible, como médicos, policías, bomberos, camareros o periodistas. O aquellos que requieren varios turnos. O los autónomos. En cuanto al comercio, véase lo que ocurre en Cádiz: a las seis de la tarde abren para el turno vespertino. Y si cierran a esa hora, no venderían ni una escoba.

Pasa igual con los puentes festivos. Esto no es Alemania; en España interesan para aumentar el turismo. Cuando se habla de racionalizar los horarios hay que adaptarlos a nuestras costumbres, que no son por casualidad. Aquí se confunde racionalizar con alemanizar. Mientras le siguen echando las culpas a Franco y a Hitler.

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