En tránsito

eduardo / jordá

El tamaño del laberinto

LEO que la vicepresidenta del Gobierno ha anunciado una gran auditoría "a todos los niveles de las administraciones públicas", para que el Gobierno pueda hacerse una idea de las dimensiones reales del gasto público, con el fin de evitar dispendios y duplicidades. Lo más asombroso de todo es que esa auditoría no se haya hecho nunca en todos los años que llevamos de democracia, lo que significa que el Estado no disponía de un mapa fiable de su propia estructura, lo que equivale a decir que España era una entidad administrativa que funcionaba como un coche de última generación que no tuviera GPS. Porque la triste realidad es que nuestro país, en términos administrativos, es una especie de jungla impenetrable que nadie ha podido cartografiar, o peor aún, uno de esos misteriosos espacios en blanco que los mapas antiguos denominaban "terra incognita" y que nadie sabía qué ocultaban. Por supuesto que en este misterioso espacio en blanco hay miles de agencias y organismos y empleados públicos, pero nadie sabe cuántos son en realidad, ni mucho menos para qué sirven o siquiera qué hacen, del mismo modo que un rey antiguo podía contemplar un mapa de sus dominios sin saber muy bien qué es lo que había allí, si unicornios o pigmeos o gigantes antropófagos.

Es por eso que la vicepresidenta se dispone a mandar un equipo de exploradores a descubrir lo que se oculta en las selvas profundas o en los inacabables desiertos antárticos de las empresas públicas que han aparecido como setas por todas las comunidades autónomas. Y uno se pregunta si encontrarán al Yeti trabajando como asesor en alguna dependencia de Orense de ésas que controlaba el señor Baltar, especialista en colocar a todo quisque, o si hallarán algún rastro de vida inteligente en esos asteroides administrativos que han empezado a orbitar alrededor de ayuntamientos y juntas y consejerías. Y uno se pregunta, por último, si esos aguerridos exploradores lograrán orientarse y levantar un mapa del laberinto, o si al final acabarán perdiéndose en medio de la selva administrativa, hasta que consigan ser rescatados por un nuevo equipo de exploradores que tardará otros cinco o seis años en encontrarlos.

Y lo peor de todo es que esta noticia nos demuestra que el Estado español, en estos años en que se supone que estábamos avanzando a velocidades estratosféricas hacia la modernidad más absoluta, en realidad estaba retrocediendo a los tiempos de Carlos II el Hechizado. Y así nos ha ido.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios