La tribuna

luis Hurtado González

La sostenibilidad de las pensiones

EN una ocasión, le preguntaron a Napoleón: "Sire, ¿qué hace falta para ganar una guerra?". "Tres cosas-dijo-: dinero, dinero y más dinero". El mantenimiento de nuestro Estado de bienestar (con educación, sanidad y pensiones a su costa) no depende de la buena voluntad. Todos estamos de acuerdo con este modelo de Estado. Porque es el mejor conocido. Y porque todos enfermamos, nos jubilamos, o dejamos al cónyuge viudo. De lo que de verdad depende el modelo, es de que se disponga del dinero que cuesta. Las pensiones, uno de sus pilares, y, por excelencia, las de jubilación, suponen una parte muy importante del gasto público. Pero quienes realmente las pagan son los trabajadores y empresarios, pues se inventaron a finales del XIX con tan sencillo sostén financiero: por cada salario, se paga una cuota y, con las cuotas de todos, se pagan las pensiones. Nuestra Ley de Seguridad Social lo llama "sistema de reparto": las generaciones en activo pagan, con sus cotizaciones de hoy, las pensiones de hoy; las generaciones futuras, con las suyas, pagarán las pensiones futuras. No sólo era una fórmula sencilla; era también sostenible. Porque hacía falta poco dinero: los mineros de la cuenca del Ruhr (primeros para los que se pensó) vivían pocos meses cobrando el retiro, si es que llegaban.

Hoy, las cosas han cambiado. No es que coticemos menos ni nos jubilemos antes; es que vivimos muchos años cobrando pensión (¡dichosa esperanza de vida!), a lo que se une una natalidad por los suelos que hace que cada vez menos nuevos cotizantes se incorporen a la pirámide. Y, para colmo, cinco millones de desempleados que no pagan cuotas… Total, que somos dos cotizantes por pensionista. Éste, y no otro, es el problema, financiero y no ideológico, de las pensiones. De modo que, o se ajustan a las disponibilidades por cotización que haya en cada momento, o se busca más dinero. Nadie quiere asumir lo primero. Pero tampoco hay margen para subir las cotizaciones (obvias razones de política de empleo también lo impiden). Así que el Pacto de Toledo (PSOE, PP, UGT…) encontró la mágica solución: para disponer de más dinero para pensiones, había que dejar de pagar con cotizaciones varias prestaciones (asistencia sanitaria, etc.) que hasta entonces corrían de su cuenta. Así que ya sólo se pagan con cotizaciones, además de subsidios temporales, las pensiones (incapacidad, jubilación y viudedad), llamadas, por esto, "contributivas". El problema financiero, no obstante, continúa (para pagarlas, es ya habitual coger dinero del Fondo de Reserva). En estas estamos. Pero, entonces, alguien, nada menos que del Ministerio, tiene otra ocurrencia: que también las pensiones de viudedad dejen de pagarse con cotizaciones. Vamos, que seguiremos pagando la misma cotización, pero para cada vez menos prestaciones. Mas no hay que preocuparse -nos dicen-: todas las que dejan de ser "contributivas" pasan a pagarse por el Estado, es decir, con impuestos. ¡Brillante! Que las seguiremos pagando los mismos, unas ("contributivas") con la cotización, y otras (sorprendentemente, llamadas "no contributivas") con nuestros impuestos.

Como puede colegirse, el gasto total de unas y otras sigue siendo el mismo. Y en todo el proceso (convertir prestaciones "contributivas" en "no contributivas") no ha aparecido ni un solo euro más. Simplemente, se cambia la "ventanilla de caja" para mantener la ficción de la sostenibilidad unos cuantos años más. Porque las prestaciones que se pagan con impuestos, en realidad no se pagan todas con impuestos: al no ser éstos suficientes, desde hace mucho, para todos los gastos del Estado, el exceso (al que ahora se sumarán las "nuevas" prestaciones no contributivas) se cubre pidiendo dinero prestado (deuda pública). Así que la ocurrencia es que no sólo las pensiones "contributivas" del futuro (las que esperamos cobrar quienes hoy cotizamos), sino también las prestaciones "no contributivas" del presente, las paguen las generaciones futuras, a las que (como no votan) se endosa la pelota de saldar la deuda (99% del PIB y creciendo), impagable por nuestra generación, por mucho que mejoren la economía y el empleo. Por favor, no comprometan más el futuro; déjense de maniobras de diversión (Napoleón las utilizaba mucho para engañar al enemigo, pero al final perdió la guerra) y, simplemente, ajusten las pensiones a las cotizaciones disponibles. O encuentren petróleo.

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