El bestiario

Tito / Valencia

Cuando la solución es el problema

NO pienso hacer un balance de lo acontecido políticamente en nuestra ciudad en este año que hace poco ha concluido. No merece la pena. Suficiente decir que, ha sido un año traumático para nuestra Isla, instalado en la bronca perpetua entre los ciudadanos y sus gobernantes. Un año de una pobreza política absoluta; un año tremendamente perdido. Y es que se haga lo que se haga, se diga lo que se diga, este año que ha terminado será recordado, por los siglos de los siglos, como el año del Robo de la Caja.

Pero quiero hacer una reflexión. Una reflexión muy preocupante basada en las últimas encuestas del CIS que dicen que la política, el político, es la tercera preocupación de los ciudadanos españoles. La política se viene deteriorando poco a poco en nuestro país, sin que los partidos le pongan remedio y cada vez es más la distancia que separa a los gobernantes de los gobernados. Los casos de corrupción que se han producido al amparo de la política fácil del ladrillo; los casos de los tránsfugas y la falta de calidad que impera en los ayuntamientos ha sido un caldo de cultivo que los propios partidos no han querido o no han sabido cómo parar.

Otro problema que ven los ciudadanos es la política partidista por encima de los problemas verdaderos que aquejan a la sociedad. La falta de consenso en políticas claves para la estabilidad del país o de la ciudad entre los partidos mayoritarios es vista por los votantes como una falta de grandeza política que antepone los intereses personales a los del pueblo. Mientras tanto, los partidos se limitan a ver la corrupción del de enfrente mientras tratan de justificar la suya propia. Estamos viendo cómo los ciudadanos creen que los políticos no están en la vida pública para resolver sus problemas, sino para resolver sus propias carencias personales y utilizar la corta vida pública para su propio beneficio. La política no es cuestión de edades, ni de géneros, es política con mayúsculas. Y hoy en día, la política se escribe con minúscula, sobre todo en los ayuntamientos.

La política, los políticos, están para resolver los problemas de los ciudadanos, para hacer la vida de las ciudades más agradable. La política tiene que ser la solución y no el problema como sucede ahora. Y tenemos el ejemplo de nuestra ciudad. El pueblo mantiene un enfrentamiento con sus gobernantes, le demanda un cambio; le demanda una responsabilidad; le demanda una solución. Pero el Gobierno municipal, instalado en la seguridad de una mayoría absoluta, de un pacto no explicado, mantiene una actitud contraria a la demanda vecinal. Legalmente, el veredicto de las urnas les da la razón, pero moralmente no es posible entender que no se mueva una silla para responder al clamor de los votantes. En nuestra ciudad no existe una comunión entre votantes y votados, existe una clara división entre lo que quiere el pueblo y lo que ofrece el que gobierna. Por lo tanto hay que preguntarse si es posible gobernar una ciudad en estas circunstancias. La respuesta es no.

Y hoy por hoy los hechos dicen que nuestro gobierno municipal es un tapón para el desarrollo de La Isla. En definitiva, que los que tienen en su mano la solución convierten ésta en problema. El resultado, a la vista está y el pueblo ha hablado y continúa hablando.

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