Pese a ser un alcalde tan laico, José María González le pide a los gaditanos que crean en los milagros. Hoy, como ayer, reitera su compromiso de no seguir más allá de dos legislaturas en el Ayuntamiento. En una sociedad madura, la política tendría que ser una transición y no una profesión, como él subraya. Y es más, algunas sociedades imponen por ley la limitación de mandatos. Pero aquí hemos asistido a tantas promesas rotas en este ámbito, que cuesta creer que el alcalde no se vea empujado en el futuro a seguir en la brecha, por más que ahora lo pensara en serio. Dejarlo al cabo de dos mandatos es lo más sensato, porque lo que no hayas logrado cambiar en ocho años, no lo vas a hacer en diez o doce, como le ocurre al almirante de la flota, al jefe de estudios o al director médico. Pero el poder se ha demostrado la droga más dura. Y a cierta edad cuesta creer en la vocación pública. Si alguien la sintiera de verdad, podría llamar a la puerta de una ONG o dedicarse a la caridad privada en su entorno. Pero la política es otra cosa.

Estas promesas las lanzan los candidatos a ejercer el poder por primera vez. Ven tan lejano el triunfo, que ponen toda la carne en el asador con tal de encantar al electorado. Desde que José María González se presentó ante los gaditanos haciendo hincapié en su pureza y su autenticidad, se vale de esta promesa, entre otras como la ligada a su salario, para tratar de demostrar que está por encima de los que llegaron al poder para servirse. Y la misma estrategia ha seguido Juanma Moreno. Tan remota presumía la victoria, que se impuso a sí mismo limitar a dos legislaturas los mandatos del presidente de la Junta y sus consejeros. El líder del PP considera que esta norma es fundamental para evitar que, como sucedió con Manuel Chaves, una persona se lleve 19 años al frente de la administración. "Ya hemos visto como ha terminado, sentado en el banquillo", razonaba. Lo cierto es que muchos ministros de Aznar y Rajoy también se han visto salpicados por la corrupción y no han necesitado ni dos mandatos. Con ocho años sobra a la gran mayoría. Y la limitación tendría que llegar por puro convencimiento, pero hay que admitir que al seno de la Junta llega por una mezcla de casualidad y necesidad. Por una treta del destino también vimos al número uno del PP por Cádiz, José Ortiz, presentarse ante el notario para comprometerse a mantener a todos los empleados públicos de la Junta. Tenía miedo a que el personal no olvidara que Arenas prometió lo contrario y le diera la espalda al PP el 2-D. Lo que no contó Ortiz es si ya había decidido que no acudiría al Parlamento para regresar finalmente a Vejer. Allí aspira a alargar su mandato como alcalde tanto como le sea posible, contestando al espíritu de la promesa de su partido.

Como está visto, la mayoría guarda un as bajo la manga para dar un quiebro al electorado cuando convenga. José María González también ha empeñado su palabra en que la asamblea dará el visto bueno a la candidatura con la que afrontará su campaña electoral, pero a la vez sugiere que los perfiles (mucho ojo) tendrán que ser los adecuados. Podría prometer ante notario que no moverá un dedo, pero nadie duda que la lista será la que decida con su núcleo duro o no será.

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