LAS mejores sillas de España se fabrican, quizá, en Prado del Rey. No, obviamente, en el madrileño y televisivo, donde se dedican más a la poltrona, sino en el nuestro, serrano y gaditano, puerta y resumen de todas las maravillas que aguardan a los que se internan en esa comarca mágica, tan lejos de Obama y tan cerca de la Virgen de las Montañas. Las sillas de Prado del Rey son sólidas y macizas, casi indestructibles, y haría bien su alcalde en enviarle una al compañero ZP, que parece que anda necesitado de ella. Una silla de Prado del Rey en la reunión de Washington, que tanto se le ha resistido a nuestro presidente, supondría la irrupción en la cumbre de la economía real, de la tantas veces despreciada materia con la que se hacen no los sueños sino las cosas (en latín, materia significó primera y primordialmente 'madera'). La estabilidad de la economía mundial recibiría un refuerzo imprevisto y muy de agradecer si una silla pradense sostuviera el día 15 las posaderas de ZP, y ello sí que provocaría el berrinche y la envidia de Berlusconi, objetivo básico en la política y me temo que en la vida de nuestro presidente. Además, una silla de Prado del Rey, de tan firme respaldo como resistente trabazón, puede proporcionar a la fatigada espalda presidencial, tan sometida en estas semanas a mendicantes inclinaciones, desde Pekín a San Salvador, el merecido descanso y la necesaria aunque tal vez irrecuperable verticalidad.

Puesto que la presencia de España en tan notable evento depende de la generosidad de monsieur Sarkozy, deuda que no dejaremos de pagar a nuestros vecinos al contado o en incómodos plazos, ZP tendría un bonito y original detalle aportando otra buena y alta silla de Prado del Rey al acompañante habitual de Carla Bruni para que pueda elevar su noble y despejada cabeza sobre el resto de los circunstantes, pasión que le embarga como dicen que sucede a tantos bajitos poderosos. Quizá el peso de dos sillas pradenses supere las fuerzas de ZP, pero más vale que vaya preparándose para llevarle en adelante a Sarkozy la silla, el portafolios y la bolsa de viaje con la muda para agradecer el favor. Desde luego, un servidor, como españolito de a pie, se abstendrá de viajar a París en las próximas semanas con tal de no aguantar la ya habitualmente insufrible petulancia gabacha. ¿Cuántos Roland Garros tendrá que ganar Nadal para compensar la humillación?

Uno, en su pobreza de espíritu y cortedad social, es partidario de no ir a donde no te han invitado y, además, no te quieren ni ver. En eso y en unas pocas cosas más por el estilo consistía hasta ahora la dignidad entre gentes de algún fundamento. La silla que permitirá a ZP hacer el ridículo en Washington, aunque fuere de Prado del Rey, ya nos ha costado demasiado y aún nos va a costar más. Y todo por no haberse levantado cuando debía de otra silla.

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