El Tiempo Un inesperado cambio: del calor a temperaturas bajas y lluvias en pocos días

¡con la de risitas que llevamos siglos echándonos a cuenta de los bizantinos! Pero ellos, al menos, discutían sobre el sexo de los ángeles, que tiene un aire celestial, y nosotros, sobre el de los niños, que no es una materia celestial, sino, como poco, obvia.

Ya conocerán ustedes la polémica por el autobús de Hazte Oír que la Fiscalía ha inmovilizado a instancias del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid. En el autobús ponía: "Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva". Muchos han visto una ofensa tremenda y una incitación al odio. No lo veo. El autobús responde, además, a una campaña que aseveraba que los niños tenían o no tenían eso o lo otro y que las niñas tenían o no tenían y todo lo contrario. Esa campaña no la paralizó nadie y estaba pagada, encima, con dinero público.

El desequilibrio choca. Hay un chiste por internet donde sale un chico que afirma: "Me gusta ser negro" y otro le dice: "Qué bien. Me gusta ser blanco", a lo que el primero le grita: "¡Racista!" Luego, "Me gusta ser gay" y el otro: "Qué bien. Me gusta ser heterosexual", a lo que se le espeta: "¡Homófobo!" Más abajo: "Soy de izquierdas"; "Qué bien; yo, de derechas" "¡Fascista!". Finalmente, "Soy progre", a lo que el amigo, que no pierde la paciencia ni las ganas de dialogar, contesta: "Qué bien. Yo soy conservador", y el primero salta: "¡Intolerante!" Lo de la campaña previa y el autobús de Hazte Oír parece talmente un episodio más de esta serie.

Hazte Oír se ha hecho oír y eso explica el escándalo. Porque ahora la polémica hará que muchos padres se hagan cargo de hasta qué punto la batalla de adoctrinar a sus hijos está librándose. Muchos tomarán la iniciativa de explicarles bien según ellos lo que es y no, y eso siempre será una buena noticia, porque los padres son los responsables de la educación de sus hijos.

Personalmente, preferiría que no se hablase tanto del sexo de los niños. "Quita tus sucias manos de mis sueños", podría decirse con el verso de Miguel d'Ors o de otra manera más explícita. No creo que esto haga bien a los niños, a ninguno. Se dijo que nadie se tenía que meter en la cama de nadie, pero, mucho antes, ya están por debajo de faldas y pantaloncitos. Entonces, es natural que, frente al neo adoctrinamiento, alguien constate las constantes de la naturaleza. Me escandaliza que escandalice tanto a tantos. Terminaremos envidiando la sutileza con que discutían en Bizancio.

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