Hoja de ruta

Ignacio Martínez

La romería de Camps

LAS noticias del caso Gürtel llenan las páginas de los periódicos, los noticiarios de radio y televisión y en el PP nadie se cosca. Aquí mismo criticamos al ministro Bermejo y al juez Garzón por su imprudencia al coincidir en una cacería cuando ya se habían producido las primeras detenciones. La filtración del sumario secreto durante las campañas electorales vasca y gallega también fue censurada. Pero el caso está ya en manos de otros jueces y están cayendo como moscas diputados del PP y ex consejeros autonómicos en Madrid. A alguno le han puesto una fianza de un millón de euros, como si fuera el capo de la operación Malaya.

Según los jueces, aquí ha habido sobornos, cohecho y corrupción urbanística. En el PP han suspendido de militancia a los afectados, pero nadie da muchas explicaciones. La dirección popular, tras las experiencias gallega y vasca, piensa que este caso Gürtel habrá dado mucha gasolina a la prensa, pero no ha prendido en la opinión pública. También en el PSOE en los 80 pensaron que el caso Juan Guerra, a pesar del impacto que tenía en los medios, no suponía desgaste electoral. En los 90 pagaron caros los casos Filesa, Roldán, Navarra...

De todos los implicados en el caso Correa, el que más me llama la atención es el presidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps. De tanto en tanto se le ve en una romería ataviado con camisa tradicional y empuñando un largo cayado detrás de un santo. Se supone que no ha ido para pedirle al patrón local que le saque del apuro, sino como obligación institucional. Pero claro, los periodistas le preguntan cómo se siente y qué piensa de las acusaciones. Y Camps, con cara de pánico, dice que todo es mentira. Todo es que un tal Álvaro Pérez, alias el Bigotes, le regaló trajes por valor de 12.000 euros. Todo es que no conocía a ese sujeto, pero unas grabaciones demuestran que se decían por teléfono "amiguito del alma" y "te quiero un huevo". Y que el Bigotes le mandaba regalos a la mujer y a la hija del president de la Generalitat. Regalos que a la señora Camps le parecían excesivos de todo punto.

Lo peor de Camps no es que diga, como el protagonista de La aventura es la aventura, "yo no le conozco", sino que después de haber acusado al juez de Garzón de inventarse la trama, no ha enseñado ni una sola factura e intenta que se declare inhábil su instrucción. El juez valenciano que ahora lleva el caso ha denegado la anulación, porque considera que no se han vulnerado los derechos del president. Son otros los derechos vulnerados, los de los ciudadanos perjudicados por los 121.000 euros que el Bigotes declaró a Hacienda que se había gastado en trajes. Camps debería dejar de aparentar y su partido tendría que dar alguna explicación que se aleje de la teoría del complot. Aunque crean que el caso Gürtel no supone desgaste electoral.

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