LÍNEA DE FONDO

J.M. Sánchez Reyes / Jmsanchezr@diariodecadiz.com

La roja que no sonroja

El toque de España desconcierta en un fútbol mundial que languidece bajo la tiranía del músculo

EN el Nuevo Tivoli (el de Málaga también necesita un repaso) de Austria llovieron guantás sin manos. Diluvio de cachetás para los raulistas. El 7 de España se llama David y se apellida (Mara) Villa. Con tres razones. Y varios millones más que le va a costar al Barcelona, o al que lo quiera, el asturiano. Revalorización en pleno escaparate del fútbol mundial. Y detrás del jugador del Valencia la magia de Andresito de La Mancha, que veranea en una polvera pero bronceó el resultado con pases de maestro. Todo acompañó. Hasta la suerte. Dos palos de los rusos, que tienen a otro zorro en el banquillo. Luis respira.

Queda la incógnita de los cruces clave. Lo de ayer ya lo vivimos en el Mundial. Con Ucrania de telonero, España marcó cuatro y eso disparó la ilusión con bazooka. Ya éramos campeones sin haberle quitado el papel a la torta. Luego vino Francia y a coger Los Amarillos rumbo a casa. Cuidado con la euforia. Lo mismo Grecia con Karagounis, Papaliñakis y Sartacañitas nos amarga una tarde. O Suecia, que tiene una artillería (Larsson-Ibrahimovich) que no es moco de pavo. Y si la Roja logra el pase a cuartos será cuando toque rezar. Cualquier selección potente aún sin hacer una buena primera fase te puede mojar la oreja sólo con la experiencia y competitividad de un partido a cara de can. Ésa es la fragilidad de España. Porque jugar, lo que se dice jugar, lo hace bien. Ese toque desconcierta al contrario en un fútbol mundial que languidece bajo la tiranía del músculo. Tiene peloteros con clase y hambre de gloria. Pero eso no basta. Hace falta el bocado en la nuez que te pega un rival experimentado en las grandes citas. La mala leche, que le llaman. Italia, a pesar de su cercanía al Vaticano, no anda muy católica. De Holanda no me fío porque en todas las competiciones de enjundia siempre hace un partido como el de su estreno, y luego decepciona. Alemania, a lo suyo. O sea, sin brillo pero con efectividad. Francia perdió esplendor. Inglaterra no está. ¿Será el año de España? ¡Ay omá!

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