Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Un riñón

No saber cuando toca reírse, cuando admirar, cuando discutir es un indicio de evidente barbarie

Es imprudente escribir un artículo enfadado y con prisa y, encima, ya tenía otro mucho más sonriente y sopesado. Da igual. Hay cosas que no deben dejarse pasar, como esos tres de TV3 que se ríen de Enric Millo porque donó un riñón a su mujer enferma. Si el artículo no sale bien, mejor. No se merecen ni un epigrama en condiciones.

Gilbert K. Chesterton clavó su definición de salvaje: «El que se ríe cuando te hiere y aúlla cuando le hieres». Habría que ver a esos tres llorando por cualquier afrenta imaginaria a su inexistente república o quizá porque un anónimo de Twitter dijo algo sobre Rufián. Y, sin embargo, cómo se ríen del acto extremo de generosidad y amor de un hombre con su mujer. No saber cuando toca reírse, cuando admirar, cuando discutir, cuando alabar y cuando despreciar profundamente es un indicio de evidente barbarie.

No he sido defensor de la política de apaciguamiento que intentó Enric Millo junto a Soraya Sáenz de Santamaría, y que está quedando en evidencia en el juicio también. Sin embargo, soy el más rendido admirador del gesto con su mujer, deseo lo mejor a la familia y siento mucho que tenga que aguantar las babas totalitarias del nacionalismo catalán.

Nunca escribo «totalitario» a tontas y a locas, pero hacer de tu ideología un todo que no se detiene ni ante los sentimientos más elementales de humanidad y compasión, es totalitarismo mental. Es, además, muy peligroso, porque significa haber dejado atrás una de las principales barreras contra la brutalidad y la violencia: la empatía, capaz de relativizar cualquier diferencia ideológica o política.

Tampoco escribiría esta protesta si fuese una broma de tres indocumentados, pero desde una televisión pública y el amparo de una presunta profesionalidad periodística, las bromas se vuelven bombas. Negar la humanidad del contrincante político, o directamente o mediante un vaciamiento sentimental, siempre precede a cosas muy feas.

Mando mi abrazo a la familia Millo, que lo ha pasado muy mal no sólo por la enfermedad, sino también por la presión política y social. Al menos, esta última afrenta servirá para que los nacionalistas de buena fe, que algunos puede que queden, se miren al espejo de su ideología y descubran que algo se les ha ido hace mucho de las manos. Al resto, también nos servirá para hacernos una idea de las actitudes que tienen que aguantar los catalanes no nacionalistas, que son mayoría.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios