LÍNEA DE FONDO

José Antonio / López / Jalopez@diariodecadiz.com

El resultado no daba igual

El desgobierno del Cádiz es tal que la guinda fue la 'espantá' de los jugadores tras el partido en Alicante

La vergonzosa espantá protagonizada el domingo en Alicante por la mayoría de los jugadores del Cádiz no ha sido más que la guinda de un empalagoso pastel cuyos ingredientes no han conseguido dar en ningún momento ni consistencia ni presencia al producto. Este final tan esperpéntico, con el penalti aparte porque se trataba de una cuestión de suerte, demuestra que los maestros pasteleros no han sabido dirigir el obrador. Al final, como era de prever, se les ha derrumbado la tarta. Y todos, o casi todos, miran para otro lado como si hubieran tenido responsabilidad en lo ocurrido. Ahora se demuestra que el resultado no daba igual.

El regreso del Cádiz a la Segunda División B ha demostrado, entre otras cosas, la sabia opinión de Víctor Espárrago, vilipendiado por algunos sin ningún argumento de peso, cuando le ofrecieron al madridista Portillo para la plantilla en Primera División y dijo que no quería un vestuario con grandes escalones económicos. Justo lo que ha sucedido esta temporada.

También ha dejado claro que un equipo, que una plantilla, no se puede desmantelar en el mercado de invierno. Enero está para apuntalar el conjunto, para equilibrarlo, no para vender al mejor jugador -cierto es que muchos respetamos entonces aquella decisión- ni, volvemos al vestuario, dejar marchar a un portero, antiguo capitán, con mando en plaza y con los suficientes galones para recordar a la plantilla cómo se reparten los roles.

Y que no se puede confiar por dos veces seguidas en entrenadores sin experiencia. Sobre todo en el caso del bueno de Raúl Procopio. Si el perfil elegido era el de Fernando Vázquez, se debió haber mantenido la búsqueda en esos parámetros. Era lo que necesitaba el equipo.

Por último, se demuestra que la afición no mete goles, que el resultado no siempre da igual y que hay que recuperar aquel cántico de Vamos, Cádiz, mete un gol, más hermoso que el del alcohol y la indiferencia.

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