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La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Sin remedio para Cataluña

El 'Govern' de Aragonés nace medio muerto: Junts le exige que se someta a Puigdemont y siga la matraca del 'procés'

Querían un gobierno fuerte para llevar a Cataluña a la independencia -aunque fuera con la mitad de los catalanes en contra- y lo que van a parir es un Govern debilucho e inestable que conducirá a Cataluña a un nuevo fracaso. Si finalmente se pacta este Govern entre ERC y Junts, con la CUP de vigilante nocturno desde las barricadas, será un Govern medio muerto, integrado por dos partidos que no se soportan, que ya rompieron en el inmediato pasado y que pelean a muerte, pero no por la independencia de Cataluña, sino por la hegemonía del independentismo, que es otro negocio bien diferente. Más lucrativo.

El futuro president, Pere Aragonès, empieza su mandato tan pachucho y frágil que ha tenido que comprometerse con la CUP a cambiar el modelo de orden público de la Generalitat (en plata: privar a los Mossos de parte de sus medios para combatir a los vándalos antisistema y asegurar la convivencia) y a plantear una cuestión de confianza en dos años, para ser examinado y calificado por los cuperos. Pero si se ha plegado al chantaje del socio menor, es del socio mayor de quien ha recibido las mayores bofetadas y amenazas: Junts le negó el voto en la primera sesión de investidura y le ha conminado a desistir de la segunda votación, el martes, a fin de poder negociar un pacto estable durante días o semanas. Total, prisa no hay, la situación catalana no puede ser mejor...

¿Y qué busca Junts prolongando las negociaciones? Casi nada: que Aragonès concrete qué va a hacer si no avanza la famosa Mesa de diálogo con el Gobierno español (entendiendo por avanzar que éste dicte la amnistía y acepte el derecho de autodeterminación, no ninguna otra concesión intermedia), que se apueste claramente por la unilateralidad en la lucha por la secesión y que el fantasmagórico Consell de la República que mangonea Carles Puigdemont sea el máximo órgano decisorio en la hoja de ruta del proceso independentista.

Vamos, que Pere Aragonès acepte su papel de mayordomo del prófugo. En otras palabras, que no haya más president de la Generalitat que Puigdemont. Aragonès, legitimado por los ciudadanos en las urnas, sólo puede ser vicario del que huyó de la Justicia. Un president títere que obedece los designios siniestros del huido: volver a hacerlo, convocar otro referéndum ilegal y volver a sacar a la gente a la calle hasta torcer -esta vez sí, sueñan ellos- el brazo al Estado. En fin, otro fracaso sin remedio.

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