VA el primero. La Cuaresma ha abierto, por fin, sus puertas. Los periódicos, sin complejos, con sus páginas de buenas nuevas nos recuerdan que la Semana Santa se nos acerca. Todos expectantes y el año nos regala un Domingo de Ramos con estreno, estreno con mayúsculas, con más alboroto que júbilo de palmas, unas Aguas sin rumbo fijo ni puerto y un nuevo Consejo. Tanto pidieron los gaditanos al Cartero Real una solución en la calle Cobos que su majestad Gaspar cambió sus alfombras de damasco por la tribuna de Ivanhoe. Y me pregunto, ¿qué tiene el consejo que tanto a tantos gusta y a quienes disgusta ni en pintura quieren verlo? ¿Habrá meditado Gaspar y su cortejo suficientemente la decisión tomada? ¿Le habrá informado algún cartero enviado que allí los novillos se lidian toreados? ¿O que la faena mayor enviste de negro bahía y es herencia de otra ganadería?

Si Baltasar oye nuestras reflexiones seguro que le mandará un poco de su mirra para que este nuevo equipo no muera en el intento. Labor difícil tiene por delante. Frente a ellos, una carrera llena de obstáculos oficiales y oídos sordos que nunca han querido oír de sus hermanos la solución. Con ellos, palabras de ungüento que viene a calmar la sed de tanto decretazo con tintes de Tierra Santa. Tintes de corazón ("sólo quiero poner paz…").

Por ahora, solo podemos esperar que su siguiente puesta de largo, el pregón, (un sevillano presenta a una jerezana en un coliseo gaditano ¡ahí es nada!) sea más acertada que el vía crucis. Los chubasqueros, al igual que las bicicletas, son para el verano.