tribuna libre

Manuel López Doña / Claustral Por Medicina

El rector

NUEVAMENTE se acerca el momento de iniciar un nuevo ciclo universitario en que debemos elegir el mejor de entre varios candidatos, para regir, gobernar o mandar durante cuatro años nuestra comunidad universitaria.

Sin lugar a dudas, para ser rector, además de los requisitos legales para acceder al cargo, se deben reunir otras muchas cualidades que transmitan seguridad y confianza en su quehacer, certificando con ello su liderazgo.

Ser líder implica poseer un conjunto de capacidades que generen influencia en el conjunto de toda la Universidad y en la sociedad. Para conseguirlo, hay que crear entusiasmo en todas las áreas que de él dependen para conseguir los objetivos marcados en un programa ambicioso. Tomar la iniciativa, convocar, tener la capacidad de promover impulsando la realización o el desarrollo de actividades o reiniciándolas si están paralizadas. Incentivar, motivar y evaluar, sabiendo determinar con objetividad el mérito, el valor y el significado de los proyectos y las personas que lo desarrollen en función de los criterios establecidos.

Ha de ejercer el rector a través de su equipo una correcta gestión del talento: atraer y retener al personal docente, investigador y administrativo verdaderamente productivo en cada una de sus áreas.

El rector ha de tener una gran capacidad de persuasión e influencia, es decir, ser carismático, al tiempo que posea un alto nivel de inteligencia interpersonal, que permita entender a los demás y que determinará la buena elección del equipo rectoral que conducirá al éxito en la gestión. Esta inteligencia interpersonal ha de basarse en dos grandes capacidades: la empatía y la habilidad de manejar las relaciones con sus colaboradores mas cercanos, valorando sus estados de ánimo, sus temperamentos e intenciones, así como con la totalidad de los miembros de la Comunidad Universitaria y el Consejo Social.

Como virtudes, ha de tener buen talante, ser comunicativo y simpático, mostrando la capacidad de percibir cualquier situación, lo cual implica preocupación, participación y deseo de aliviar los sentimientos negativos de las partes en conflicto.

Buen orador, bien preparado siempre el discurso, sin palabras vacías de contenido y con seguridad (en español, inglés, francés, alemán… o latín).

Buen organizador, dinámico y sin taras mentales que dificulten, mermen o alteren su personalidad y como consecuencia su labor. En aeronáutica no se permite que un comandante de vuelo tenga problemas personales, pues afectaría su atención y pondría en peligro a los que depositaron su confianza en él.

El rector, como no, ha de ser democrático, no excluyendo a ningún miembro de la Universidad de los derechos y beneficios que le corresponden. Debe tener la capacidad de debatir y convencer con respeto y ser motivador, al mismo tiempo que solidario. Siempre orientando al progreso, al bienestar y a la excelencia dentro del marco institucional, con proyección internacional.

Y de manera muy especial, conocer por experiencia previa el sistema universitario andaluz y español y ser responsable de los fondos que pone a su disposición la sociedad a través de los poderes públicos y de las empresas, representando con la dignidad que merece a esta Institución Universitaria. Estas y muchas otras cualidades debiera tenerlas nuestro nuevo rector.

A lo largo de la historia de la Universidad de Cádiz, desde el año 1979, en que el profesor Felipe Garrido García fue nombrado Presidente de la Comisión Gestora hasta 1.984, como continuidad a su cargo anterior de vicerrector para Cádiz de la Universidad de Sevilla, han pasado al menos un par de magníficos rectores magníficos. Esperemos que esta comunidad sepa evaluar a todos y cada uno de los aspirantes al cargo y que a lo largo de la nueva singladura no nos defrauden.

Para ellos, buena suerte y que gane el mejor.

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