La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Es la realidad, no una distopía

Lo que vivimos no es una distopía que imagine un futuro negro. Es la realidad

Las decisiones que tengan que ver con la cosa pública las deben tomar las autoridades políticas. Las que tengan que ver con la salud las deben sugerir los profesionales de la salud; las que tengan que ver con la economía, los economistas y los agentes sociales; las que tengan que ver con la educación, los educadores. Y así en cada caso. Si en una situación sanitaria, económica y social tan crítica como la que desde hace meses padecemos y seguiremos padeciendo no es fácil tomar decisiones contando con el debido asesoramiento de especialistas en cada materia, más lo es en este país en el que el Gobierno miente sobre comités de expertos que después resultan no existir.

Seis meses después de que la pandemia se extendiera por nuestro país -¡seis meses!-, con los peores datos sanitarios y económicos de la UE -el segundo país en muertos por millón de habitantes y el más dañado por la caída del PIB-, el Gobierno se ha decidido a crear una Secretaría de Estado de Sanidad para reforzar la estructura del Ministerio. Más vale tarde que nunca. Pero en esta situación el retraso se paga en contagios, confinamientos, muertes y catástrofe económica.

No existe coordinación eficaz y efectiva entre todos los sectores afectados, entre todos los agentes y especialistas implicados, entre el Gobierno y las autonomías, y entre las autonomías entre sí. Esta nueva Secretaría debería afrontar esta urgente tarea de coordinación contando, para tomar decisiones desde las responsabilidades políticas, con el asesoramiento de expertos de reconocido prestigio. Con toda razón, valga el ejemplo, las 14 AMPA de Mairena del Aljarafe -como informábamos ayer- exigen que los protocolos sanitarios no dependan del consejo escolar, sino de profesionales en la materia.

Es muy difícil, en una situación tan extrema como esta, mordiendo por igual la crisis sanitaria, la económica y la social, equilibrar salud y economía, educación, libertades o arraigados hábitos de la vida cotidiana. Pero es urgente y absolutamente necesario. Los políticos deben tomar las decisiones con toda la información que los expertos les hagan llegar. Y si aún así el margen de error en estos equilibrios es grande, imagínese lo que sucede cuando se anda a tientas y mintiendo. O no hace falta imaginarlo: basta leer la prensa. Lo que vivimos no es una distopía que imagine un futuro negro. Es la realidad.

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