desde preferencia

José Joaquín León

Las rarezas amarillas

A este Cádiz le pasa algo raro, que no se entiende bien lo que es. Ellos lo sabrán, se supone. El partido ante el San Roque de Lepe fue un ejemplo de lo que nunca debería pasar. El Cádiz se fue enfangando conforme tenía el partido de cara, hasta terminar dando una imagen penosa. El Cádiz, casi siempre que tiene la oportunidad de dar un paso al frente, lo termina estropeando lastimosamente. Y aunque ayer se situara provisionalmente como líder, su temporada en general no está a la altura esperada. Son los mejores del grupo IV de Segunda B, pero no siempre lo demuestran en el campo.

El Cádiz arrancó este partido con los mejores auspicios. Buen toque en el centro del campo, verticalidad por las bandas, un Dioni entonadísimo… Un dominio apabullante, un San Roque de Lepe acongojado, un primer gol que se veía venir…Y llegó, precisamente por medio del susodicho Dioni, que estaba en su mejor versión.

Este Cádiz efervescente lo tenía todo para dar una alegría a su afición y ambientar más el partido de Copa ante el Valencia. Pero eso duró poco más de un cuarto de hora. Poco a poco el equipo se fue adormeciendo. Coincidió con dos jugadas en las que el Cádiz se quedó temporalmente con 10. Primero por una asistencia a Dioni, que parece que ahí le perdía el ritmo al buen partido que estaba haciendo. Y después por un choque que sufrió Goikoetxea, que debió ser tratado para regresar con la cabeza vendada. Visto lo visto después, no se vio que Goikoetxea estuviera plenamente recuperado, o será que no tiene el ritmo de competición, pues dejó que desear.

Al descanso llegó el Cádiz con ventaja en el marcador y con un futbolista más, tras la expulsión del lepero Sergio Sánchez. Estaba el Cádiz con todas las papeletas para ganar el partido, pero ya se ha visto que cuando hay ventaja se administra a veces torpemente. Echándose todos atrás a verla venir. Y eso fue lo que pasó, que se echaron todos atrás a verlas venir. Y lo que vieron fue que el San Roque de Lepe les empató en la tontojugada del partido, después de haber desperdiciado 23 minutos del segundo tiempo con un futbolista más sin sentenciar la cosa.

La tontojugada fue un penalti innecesario, de arrollar a uno que llega, cometido por Héctor Yuste, que fue expulsado para más inri. Con el empate, el San Roque de Lepe se conformó, menos mal, pues el Cádiz ya estaba sin Juanjo y sin Dioni, y con Akinsola en la versión torpe. El cambio de Dioni por Moeke (delantero por medio defensivo), nada más empatar el San Roque y ser expulsado Yuste, fue abucheado. Pero a mi modo de ver, Jose se equivocó más en el primero, pues Juanjo estaba trabajando arriba y abajo, mientras que Dioni no podía con las botas. Así las cosas, estaba clarísimo ya con el empate que este partido no se ganaría. Y no se ganó, ni hubo oportunidad clara para ello.

Era tarde de rarezas amarillas. Esas rarezas que nos hacen perder demasiados puntos de forma inexplicable. Algunos decían que el Cádiz terminaba la noche primero, a falta de lo que haga el Betis B. Pero ni eso sirve de consuelo, cuando ves que tu equipo ha corrido menos de la mitad que el otro. Y además han bobeado en exceso.

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