En mi barrio de adopción, Astilleros, mis hijos no pueden jugar en la plazoleta porque la dejadez municipal ha convertido cuatro jardines en cuatro escombreras donde las primeras aguas del otoño allí estancadas han provocado el crecimiento de plantas acuáticas de dudosa salubridad. De aquí a poco croarán las ranas, estoy seguro, aunque el sonido denuncia de estos anfibios no llegará hasta San Juan de Dios, donde parecen estar más pendientes de bicentenarios para tener en 2012 un bonito envoltorio de una ciudad donde se permiten aberraciones como la del Paseo Príncipe de Asturias. Meses y meses llevan los vecinos denunciando el estado de los jardines. Eso sí, ahora que estamos en época de IBI los recaudadores del Ayuntamiento no perdonarán ni un céntimo a unos ciudadanos que pagan como si tuvieran en la puerta de su casa los jardines de Versalles.