La justicia funciona regular y anda muy escasa de medios. Por perder está perdiendo hasta su crédito y confianza social. Todos los que intervenimos andamos quejicosos y raro es el día que no hay un grupito a la puerta del edificio de la Audiencia reclamando sus derechos y pidiendo medios para mejorar su servicio a la ciudadanía que es quien paga el pato. Todos tenemos razón y todos sabemos que no nos harán caso porque no hay interés en que la justicia funcione. Imagínense con la que tienen liada y la poca prisa que hay. Aún así, el día que todos nos juntemos, si es que es posible juntar el agua y el aceite que yo creo que sí, algo de caso harán, aunque sólo sea por imagen.

Dicho esto, hay reivindicaciones para el justiciable que podemos hacer y que pondrían la cara colorada a quienes tanto se les llena la boca anunciando medidas de protección a la víctima y reformas inútiles. Por más que policías, jueces, fiscales, abogados y forenses nos esforcemos, las víctimas en general no están protegidas en España. Y, menos aún, las de violencia de género.

Las víctimas de violencia de género no están protegidas porque tienen que contar su calvario mil veces, a la policía, al juez de instrucción, al forense, a los peritos y en la vista del juicio cuando menos. No están protegidas porque se les obliga a declarar en medio de oficinas de un juzgado sin privacidad alguna. No están protegidas porque se les hace esperar en un zulo sin ventilación y a veces por horas interminables. No están protegidas porque se les pregunta con desconfianza y, a veces, sin demasiada delicadeza. No están protegidas cuando el día del juicio se les esconde en el cuarto de la fotocopiadora mientras el acusado aguarda con su familia en la sala de espera. No están protegidas cuando tienen que declarar tras un biombo sintiendo el aliento de la persona que las ha maltratado. No están protegidas de sus propios miedos e inseguridades, de la contradicción de querer a la persona que las agrede hasta el punto de no declarar en su contra, motivo por el que muchos de estos delitos quedan impunes (son los que después se meten en ese saco de supuestas denuncias falsas que hay pero son pocas). No están protegidas del propio sistema y de nuestra falta de sensibilidad porque la sociedad no entiende que un hombre sea excelente en la calle y un monstruo en su casa. De los menores podría decir más aún. No están protegidas y nos callamos.

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