AÚN es pronto para saber si las palabras del presidente Griñán en su debate de investidura se ven acompañadas por los hechos en su práctica de gobernante. Demasiado pronto para deducir si comprende y asume la diferencia entre la continuidad con Chaves -inevitable- y el continuismo, evitable si la dosis de firmeza y personalidad pesa más que los obstáculos de los intereses creados.

En materia de reclutamiento y composición del alto funcionariado, José Antonio Griñán se propuso tres cosas: adelgazar una Administración realmente bulímica e ineficiente, primar el mérito y la capacidad a la hora de designar a los altos cargos, y despolitizar la función pública reservando ciertos puestos a funcionarios de carrera. Tres cosas que se resumen en una; a saber: restar importancia al carné del PSOE -o la adhesión manifiesta e interesada, que es como el carné de los oportunistas y de los cobardes- como criterio decisivo en los nombramientos.

Se trata de un programa a medio plazo, claro, pero, dado que Griñán lleva unos cuantos años en la Junta y conoce su problemática al dedillo, cabría esperar que sus primeros pasos en la presidencia emitieran algunas señales de por dónde pretende caminar. No está siendo así. Había algo que estaba en su mano de manera directa e inmediata: reducir el número de consejerías, algunas de las cuales se sustentan sobre competencias menores, perfectamente asumibles por otras, y cambiar los métodos selección de sus titulares, sin tanto equilibrio provincial ni tanta consulta al partido. Lo primero no lo ha hecho; lo segundo lo ha reducido al fichaje de Rosa Aguilar, su gran apuesta personal en un Gabinete de equilibrismos y compensaciones variopintas.

Todavía son pocas las decisiones organizativas y los nombramientos de segundo nivel en el nuevo Gobierno, pero los indicios apuntan a que los consejeros tampoco van a reorganizar sus organigramas para insuflarles más austeridad y más racionalidad y que van a designar sus altos cargos siguiendo los procedimientos y baremos habituales: lealtad partidaria, ajuste de cuentas interno y nada de funcionarios. Lo que se contaba aquí abajo ayer acerca de la profesora de danza encumbrada a número tres de la Consejería de Agricultura resulta inquietante. Habrá que aguardar el cierre del carrusel de nombramientos y ver cómo funcionan los nuevos, y las nuevas.

Aún es pronto, ciertamente, para juzgar una andadura que acaba de iniciarse. Lo que pasa es que estas primeras medidas suelen reflejar un talante sobre la forma de gobernar y, además, tienen efectos mucho más inmediatos y visibles que, por ejemplo, los planes anti crisis. Aún es pronto, pero...

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