La presidente y El Príncipe

"Consumir preferentemente: antes del Jucio Final", debería constar en los libros de Shakespeare

Pensé que las lecturas de mi verano (la Odisea de Daniel Mendelsohn, que es la de Homero, y el Bondad humana: generosidad y coraje de Elizabeth Pybus) eran imbatibles. Pero la de Angela Merkel tampoco es manca y, siendo ella quien es, abre perspectivas más enjundiosas. La presidente alemana ha sido fotografiada leyendo Tirano, de Stephen Greenblatt, un estudio sobre el poder y la maldad en las obras de William Shakespeare.

¡Qué categoría, Merkel! Obsérvese que no lee prensa deportiva ni se dedica a hacer running o a montarse diversas sesiones fotográficas de marketing. Va a lo hondo.

A Shakespeare, que no caduca. "Consumir preferentemente: antes del Juicio Final", debería constar en sus contracubiertas. Para entender este mundo, no hay otro igual. Quizá los asesores de Merkel pasen el mes de agosto estudiándose el penúltimo ensayo de cómo funcionan las redes sociales o las fakes news. vale, bien; pero la presidente no pierde el tiempo.

Según la reseña de John Mullan y la de Robert McCrum, publicadas ambas en The Guardian, el libro se centra en los inquietantes «impulsos sádicos» de quienes sienten la erótica del poder. Naturalmente, sigue muy de cerca el Ricardo III, "cuyo retorcido protagonista horroriza y cautiva a Greenblatt". Por lo visto, el libro juega a mirar de reojo a Trump y a hacer paralelismos con la política contemporánea, que no deben de costarle mucho, pero uno es especialmente importante: "la habilidad [del tirano] de forzar la entrada en las mentes de quienes lo rodean". Y eso, sin algoritmos ni campañas de publicidad.

Sin haber leído (aún) el libro, por lo que oigo, echo de menos dos cosas. La constatación de que a Shakespeare más que los tiranos le interesan (¡todavía más!) los personajes positivos. Y, sobre todo, que su clave del poder es si éste está sometido a una autoridad y a unos principios superiores o se pretende sustentar a sí mismo, con lo que deviene en ambición, violencia, desorden y, finalmente, locura. Cuando Greenblatt destaca algunos versos de Shakespeare entre los más cáusticos sobre la arbitrariedad de la autoridad ("a un perro con cargo se le obedece"), se acerca -"caliente, caliente"- al epicentro. La maldad y la tiranía no son más que consecuencias lógicas de la rebelión y la soberbia.

Pero esto lo digo yo; y lo fascinante sería tener anotaciones al margen de la mano de Merkel, como Napoleón anotó El Príncipe de Maquiavelo.

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