Me siento raro. Fueron dos sensaciones desconocidas en tan sólo 48 horas. No sé si será para preocuparse. Lo cuento. El jueves tuve el honor de ir de la mano de la Autoridad Portuaria a conocer el proyecto de integración puerto/ciudad de Barcelona. Allí acudieron representantes de distintas administraciones y, por parte del Ayuntamiento, estuvo la concejal de Turismo, Laura Jiménez. A su lado me encontraba cuando desde la Junta recibía una llamada en la que le comunicaban que había conseguido para Cádiz una nueva lanzadera de empleo con la que formar a gaditanos con muy pocas posibilidades. Laura no podía disimular su alegría, una alegría que bien parecía sincera. 24 horas después acudí con mis hijos a la plaza de San Antonio y vi que la Navidad había vuelto a ese rincón de la ciudad después de un vacío inexplicable. Es una sensación rara y no sé si preocuparme.

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