El 2008 sonaba en mi época infantil a futuro, a galaxia. Poco menos que íbamos a convivir los últimos gaditanos supervivientes con androides. Pero llega el 2008 y prácticamente la cosa no ha cambiado mucho, sólo lo preciso y lógico derivado de la evolución de la sociedad. Ahora tenemos TDT, y MP3 y MP4, e internet y móviles, y DVD... artefactos en su mayoría capaces de hacernos más fácil la vida a la vez que entontecernos más de lo que quisiéramos. Mas, afortunadamente, seguimos saboreando las mismas pequeñas cosas que en 1985. El sabor de un plato tradicional, la lectura de un buen libro, la contemplación de una puesta de sol en La Caleta, la charla con un amigo sin decibelios de fondo ni messengers. Todo tan puro como entonces y sin marca tecnológica. Son los pequeños placeres por los que merece la pena seguir adelante y cambiar el almanaque. Feliz Año.