la azotea

jesús guerrero

La política engancha

Son malos tiempos para la política. La clase que nos representa es una de las principales preocupaciones de la ciudadanía porque en vez de confiar en que van a solucionar, gestionar o administrar los servicios públicos que ponemos en sus manos, pensamos en el mal menor como posibilidad de alivio, es decir, a ver si no destrozan lo que se encuentran cuando llegan. El panorama es desalentador y las nuevas elecciones producen más hastío, la sensación de bajar un escalón más en el pozo que nos aleja de la luz. La desafección es más profunda, pero, a pesar de todo, hay que reconocer que la política apasiona. Sigue acaparando conversaciones cuando se juntan varios en el vecindario, mantiene viva su vigencia, el calor de los debates encendidos con los que arreglamos el mundo. La política continúa siendo trascendente, nos guste o no. Y tiene algo que engancha, por muy distanciada que esté. Al menos a mí, recién politólogo.

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