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La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Éramos pocos y se paró el núcleo

Da yuyu eso de "la bola caliente de hierro sólido y denso" a la que le da por pararse y, para más inri, invertir su rotación

Si la realidad fuera una película de catástrofes empezaría con informativos de todo el mundo (con fondos en los que se vea la torre Eiffel, la sede de las Naciones Unidas, el Big Ben o el Coliseo de Roma) y portadas de periódicos (girando hasta que quede en primer plano el titular) en los que se dijera y se leyera lo que hemos oído y leído estos días: "¿El núcleo terrestre se ha puesto a girar al revés?" (Le Figaro), "El núcleo de la Tierra está cambiando la forma en que gira" (The New York Times), "El núcleo de la Tierra se paró y después invirtió su rotación" (La Repubblica), "El núcleo de la Tierra se ha frenado y es posible que esté girando en sentido contrario a la superficie del planeta" (El País), "La rotación del núcleo interno de la Tierra podría estar invirtiéndose" (Grupo Joly)…

Si esta noticia apareciera en una película de los años 50 o 60 tendría música de Bernard Herrmann, el que nos llevó de viaje al centro de la tierra; si fuera de los años 70 la tendría del John Williams de los terremotos, los barcos que se dan la vuelta o los colosos en llamas; y si fuera del revival catastrofista de la era digital la tendría de los James Horner o Trevor Rabin que musicaron los satélites emperrados en chocar con la Tierra y otros apocalipsis. Aunque el músico ideal sería el Christopher Young que compuso la música de la película que más recuerda -en su planteamiento inicial, claro, esperemos que no en las consecuencias- la noticia que estos días nos ha hecho sentirnos hormigas sobre una bola que puede hacer ¡pum! Esta película era El núcleo y en ella se nos contaba que el movimiento giratorio del núcleo de la Tierra se había detenido provocando catástrofes que culminarían con la destrucción de la vida sobre nuestro querido planeta si una valiente expedición no viajara al centro de la Tierra para hacer estallar un artefacto nuclear que reactivara su movimiento.

Afortunadamente parece que la cosa no va por ahí y que los titulares, las redes y la imaginación han creado su propia película de catástrofes. Pero, reconozcámoslo, da yuyu eso de "la bola caliente de hierro sólido y denso situada a más de 5.000 kilómetros de profundidad" a la que le da por pararse y, para más inri, invertir su rotación. "Me aterra el silencio eterno de esos espacios infinitos", escribió Pascal. ¡Pues anda que el fragor de este núcleo ígneo sobre el que vivimos!

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