Los indicadores del informe Urban Audit sobre la renta por hogar y el paro en los principales municipios de la provincia de Cádiz también merecen una profunda atención. Si ayer me refería a los de la capital, donde sale valorada como la menos pobre de Andalucía (o la más riquita, según se mire), en la provincia nos encontramos con unos resultados desastrosos. Cuatro de los cinco municipios españoles con más desempleo son Sanlúcar, Jerez, La Línea y Chiclana, todos con más del 35% de parados. Aunque el primero de la lista es Linares (Jaén). Otros cuatro (Cádiz, San Fernando, El Puerto y Algeciras) figuran entre los 18 con más paro.

Sin embargo, es más interesante compararlo con el nivel de renta media por hogar. Sanlúcar es la segunda población más pobre de España (17.222 euros) sólo por detrás de Torrevieja (Alicante). La Línea (con 18.324 euros) es la cuarta más pobre, mientras que Chiclana (con 19.953 euros) es la séptima. Ahí ya nos topamos con una gran curiosidad: el territorio chiclanero. Resulta que uno de los enclaves turísticos españoles de referencia, con hoteles de lujo, y con lleno casi absoluto en la temporada estival, es el séptimo municipio más pobre de España y el quinto con más paro.

¿Es increíble? Pues no. Según se deduce de los indicadores del Instituto Nacional de Estadística, el turismo de playa en España origina pobreza. O no crea la riqueza que se le supone. Entre los 12 municipios con menos renta de este país, figuran Torrevieja (1), Fuengirola (3), Benalmádena (5), Chiclana (7), Benidorm (8), Marbella (11) y Torremolinos (12). Vean que ahí está toda la Costa del Sol malagueña. Marbella tiene dos tercios de la renta familiar de Cádiz capital. También Canarias: en Las Palmas y en Santa Cruz hay menos ingresos.

Si recordamos a lo que se dedican en los municipios más pobres, llegaremos a la conclusión de que los inspectores de Hacienda tienen trabajo por delante. El dato hay que combinarlo con otro, que no aparece en el informe, pero lo sabe todo el mundo: en la costa andaluza (y gaditana) existe un 35% de economía sumergida, aproximadamente. A la vera del mar es más fácil sumergirse, según parece. Y traficar con ciertos negocios, que no siempre se blanquean.

Montoro habrá observado que los indicadores urbanos del INE iluminan el camino. Blanco y en botella. No es tan negro y opaco como las tarjetas black. Nadie puede creer que esos pedazos de chalés que vemos en la costa sean alojamientos de perroflautas. ¿Qué diría Sherlock Holmes?