La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Más pobres sin Todorov

La muerte de Tzvetan Todorov priva a Europa de su voz cuando más falta hace su humanismo crítico

Europa es más pobre sin Tzvetan Todorov, como lo es sin Zygmunt Bauman, fallecido el pasado 9 de enero, y lo será el día que fallezca el anciano George Steiner. Nos quedan sus libros, desde luego. Pero ya no habrá otros nuevos. Es lo peor de la muerte de los grandes. Cuando Wyler y Wilder volvían del funeral de Lubitsch el primero dijo: "Nos hemos quedado sin Lubitsch"; a lo que el otro replicó: "Peor aún, nos hemos quedado sin más películas de Lubitsch".

Este teórico de la literatura y el arte, crítico, historiador, pensador lingüista y divulgador búlgaro exiliado en Francia desde 1963, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, ha sacado jugo a sus 77 años de vida reflexionada y sentida. De su extensa obra me permito recomendarles calurosamente Elogio de lo cotidiano, Elogio del individuo, La literatura en peligro, El espíritu de la Ilustración, La experiencia totalitaria (todos en Galaxia Gutenberg) o Memoria del mal, tentación del bien (Península), tal vez mis favoritos. Si solo tienen medios, tiempo o ganas para uno, me inclinaría por Memoria del mal, tentación del bien que propone las figuras de Vassili Grossman, Margaret Buber-Neumann, David Rousset, Primo Levi y Romain Gary como modelos del humanismo crítico que para él es la vacuna contra los totalitarismos, los visibles y los invisibles que en otra obra llamó "los enemigos íntimos de la democracia".

Para resumir su vasta herencia humanista elijo este elogio de la literatura: "Amo la literatura porque me ayuda a vivir… Todos nos hacemos a partir de lo que nos ofrecen otras personas: al principio nuestros padres, y luego los que nos rodean. La literatura abre hasta el infinito esta posibilidad de interacción con los otros, y por lo tanto nos enriquece infinitamente… Si el objeto de la literatura es la propia condición humana, el que la lee y la entiende se convertirá no en un especialista en análisis literario, sino en alguien que conoce al ser humano".

En el libro entrevista Deberes y delicias: una vida entre fronteras escribió su más hermoso epitafio: "Deseo llevar una vida mejor, más rica en sentido y belleza, más abierta a lo absoluto, también más feliz… No sé qué quiere decir hablar con Dios, pero reconozco ese contacto con lo absoluto en la belleza de un paisaje, de una obra de arte o de una melodía simple de Schubert; y en el amor, en el afecto, en la ternura hacia los míos".

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