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DIGÁMOSLO en plan Chiquito de la Calzada: o cobarrrrde o pecadorrr. No de la pradera, sino de la Moncloa. A Zapatero el lobby feminista del PSOE le ha emplazado a reformar la ley del aborto para hacerla más flexible y depositar la decisión de abortar exclusivamente en manos de la mujer embarazada. Parecía que sí, que Zapatero recogía el guante, pero al final va a ser que no.

La ley vigente tiene ya veintidós años y le han salido algunas arrugas importantes. Una de ellas es, en realidad, un socavón: el tercer supuesto en el que se permite la interrupción del embarazo ("grave peligro para la vida o la salud psíquica de la madre") está siendo un coladero. Por él entran muchos casos de aborto que son materialmente ilegales, avalados por médicos con extraordinaria facilidad para certificar dicho peligro. Por eso el 96% de los abortos practicados en España se acogen a este supuesto que, además, no está sometido a plazo. Se puede hacer casi hasta el final de la gestación.

Las organizaciones feministas, buena parte del PSOE e Izquierda Unida piensan que, así las cosas, la solución más lógica es sencillamente modificar la norma e implantar la llamada ley de plazos. Consiste en que, dadas ciertas circunstancias, cualquier embarazada puede abortar con sólo quererlo y en un plazo determinado de su embarazo. Sin informes médicos ni más requisitos. Está en vigor en numerosos países de nuestro entorno.

Naturalmente, si Zapatero aceptase este planteamiento se le echarían encima todos los sectores conservadores, enemigos declarados del aborto -lo consideran un crimen, sencillamente-, cuya presión va en sentido opuesto: si se trata de modificar la ley actual, sería para sustituirla por una más restrictiva o para aumentar los controles. Un aborto más flexible haría mucho más pecador a Zapatero, sobre todo tras el descubrimiento de prácticas abortivas fuera de la ley en Barcelona y Madrid.

Zapatero escuchó en la Ejecutiva del PSOE varias voces instándole a incluir en el programa electoral la ley de plazos. Ya estaba en el programa de 2004, lo nuevo sería la firme decisión de sacarla adelante en la próxima legislatura (si ganan las elecciones). Ayer mismo el presidente del Gobierno anunció que no lo haría. Sólo se comprometió a abrir un amplio debate sobre el asunto, lo cual es poco comprometerse. Lo que ha pensado, Zapatero, es que los votos que ganaría por la izquierda ampliando el aborto los perdería por el centro y la derecha, y que éstos últimos resultan más numerosos que los primeros. Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

Por no pasarse de pecador, ZP ha sido cobarde. Se habrá dicho, volviendo a Chiquito: "No puedo, no puedo...".

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