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Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

Todo por la patria

EL domingo nuestro periódico publicó un sugerente editorial titulado Andalucía y los localismos en el que, a propósito del fallido proyecto de crear una caja única en la comunidad, analizaba la razón de las disidencias provinciales y concluía: "Hace falta más patriotismo andaluz, más voluntad de encuentro y comprensión, y menos política de campanario". No sólo falta patriotismo andaluz sino también patriotas (?) y, desde luego, falta una idea de patria. A ver ¿qué es la patria andaluza? Aparte de la entelequia de Blas Infante y sus seguidores, yo no sé qué es ese artefacto político al que debemos contribuir como si nos animara la divisa cuartelera de "Todo por la patria".

Malamente se puede apelar a los sentimientos originarios de la estirpe si el propio origen, desde un punto de vista político, es una quimera. La Andalucía que nació hace 30 años, en la Transición, no fue sino una respuesta a un Estado de las Autonomías que pretendía establecer divisiones categóricas de primero y segundo orden. Pero superado aquel momento ¿qué ha sido de la patria andaluza? ¿Y del andalucismo como sentimiento político?

En Granada se extinguió poco después de ser inventado. En las primeras elecciones municipales de la democracia el PA fue el partido más votado pero cuando la corporación se disponía a elegir alcalde los andalucistas de Sevilla intercambiaron con el PSOE una alcaldía por otra. Desde entonces en Granada (y en Andalucía oriental) el andalucismo ha sido un sentimiento residual. Aparte de la herencia cultural e histórica (que ya estaba), de Canal Sur, las demostraciones deportivas del 28-F, del Estatuto (más como norma administrativa que como tarro de esencias) y una copiosa administración, no hay más indicios prácticos de patria. Y si no los hay, o al menos no se aprecian, ¿de dónde derivar ese patriotismo necesario al que aludía el editorial?

Pero hay más: si no hay patriotismo tampoco puede haber localismos en el sentido de elementos disgregadores de un proyecto común. Lo que hay son provincias soliviantadas porque aún no han comprendido qué significa políticamente hablando la patria andaluza y qué ventajas e inconvenientes se deriva de su pertenencia.

Seamos realistas. En los últimos 30 años la periferia ha acumulado numerosas pruebas (unas discutibles, otras no) de que el reparto económico andaluz ha sido arbitrario. Basta echar un vistazo a la forma anómala en que se ha desarrollado la red de infraestructuras para percibir ese desarreglo.

Hablando de cajas, ¿no es raro que sólo sea Sevilla, la capital política de la patria, la que apele al sentimiento nacional cuando se producen divergencias?

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