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Me parto

Rajoy dice que dicen que él es de derechas, pero él dice que según y cómo, eh, y puede demostrarlo

Recibo un vídeo de Rajoy en franca conversación con Felipe González en el Foro La Toja. Quien me lo manda afirma que es muy gracioso y que demuestra la talla impresionante de Rajoy. Me dispongo a verlo.

Rajoy dice que dicen que él es de derechas, pero él dice que según y cómo, eh. O sea, nada nuevo. Todo el mundo se ríe, en efecto, y yo no sé si es porque lo que cuenta no les parece verdad o porque se lo parece. El que más se ríe es Felipe González, pero eso sí lo entiendo perfectamente.

Rajoy argumenta que no será tan de derechas cuando la primera medida que tomó, cuando llegó al Gobierno, fue, a los siete días, subir el IRPF. Siete puntos, eh. Vaya por Dios. Yo ya sabía que me había subido los impuestos, porque esas cosas no se olvidan fácilmente, pero no recordaba dos circunstancias. Una, que fuese su primera medida. Dos, que echase siete días para tomar una primera medida. Zapatero tomó la suya pocas horas después de formar Gobierno y fue para cumplir su promesa de retirar las tropas de Irak. En la primera semana de mandato, Donald Trump lanzó 13 medidas, 13. Pueden ser muy discutibles, claro, pero Rajoy también tenía promesas que cumplir. Y lo podía haber hecho, mientras sopesaba la subida de impuestos, porque no interferían con la economía, sino con la ideología, la memoria histórica o el derecho a la vida. Las siguientes dos medidas que adoptó fueron nacionalizar bancos y endeudar al Estado. Cosas muy de derechas, se adornó.

Por supuesto, Felipe González se partía el bazo, pero ¿qué es lo gracioso para alguien conservador o liberal? Quizá la cita que hizo de Churchill en relación con el incumplimiento de las promesas. Decía el gran inglés que la mejor dieta que puede seguir un político es la de comerse sus propias palabras. Es ingenioso, pero no es de Rajoy, y queda mucho mejor en alguien que otras muchas veces mantuvo sus propias palabras con sangre, sudor y lágrimas.

Poniéndonos serios, entiendo que quizá lo del IRPF fuese necesario para sortear la crisis, como hizo Rajoy, y eso se lo agradeceremos siempre. Pero es mejor no presumir ni de haber incumplido su programa ni de ser menos de derechas de lo que piensan sus votantes. Resultaría más digno el tono compungido del que, sintiéndolo mucho, tuvo que subir impuestos y endeudar a la Hacienda Pública, y no tuvo tiempo de hacer tantas cosas que había prometido. Aunque eso ya le haría menos gracia a Felipe.

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