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Rafael / Sánchez Saus

El paro es asunto de todos

El descubrimiento de la primera vía de agua en el sistema financiero español, taponada de momento con la friolera de 9.000 millones de euros, ha venido casi a coincidir con los pésimos resultados del paro en el mes de marzo. La conjunción de ambos elementos es funesta, pues la debilidad de las cajas crea grandes incertidumbres en torno a instituciones clave de una, hoy por hoy, improbable recuperación económica que, sin embargo, ZP nos plantea como si fuera a ser un efecto automático de la primavera. Bancos y cajas van a necesitar grandes sumas que, a pesar de las promesas, se habrán de sustraer de otras urgencias socialmente perentorias.

Porque lo peor, con diferencia, viene de la banda de las cifras del paro, tragedia que un Gobierno sumido en el desconcierto y la impotencia no sabe cómo barnizar. Ya tiene su mérito conseguir que en el mes de marzo crezca el paro, algo que no sucedía desde 1993, pero la estúpida ceguera ante la realidad que el Gobierno viene exhibiendo desde el comienzo de la crisis, y que sigue haciéndole llegar tarde y mal a los posibles remedios, no le deja ver que lo que el dato de marzo anuncia es el fracaso de su publicitado plan E, y por lo tanto la escasa utilidad de los 8.000 millones de euros repartidos a toda prisa a los ayuntamientos. Eso es así a la luz de la diferencia entre el paro producido en marzo de 2009 y las cifras de marzo de 2008, que es negativa en más de 140.000 personas, mientras que en el mes de enero esta diferencia interanual fue de 70.000 y en febrero de unas 100.000.

En contra de lo que se nos ha contado y de lo que ZP nos prometía, marzo ha sido peor que los meses precedentes, aunque las cifras totales de aumento de parados no hayan sido tan altas. Lo cierto es que no estamos ante una situación esperanzadora, como dice creer el ministro de Trabajo, sino de emergencia extrema, con un increíble crecimiento de los desocupados en un 57% en un solo año y más de 4.000.000 de parados reales. La supervivencia del Gobierno pende hoy del cariño sindical que ZP reclamaba en estos días a la UGT y de la benevolencia de unos medios de comunicación, tocados agudamente por la crisis, que le preparan su propia factura.

La catástrofe social es de tal naturaleza que por solidaridad y patriotismo elementales es necesario que todos acudamos en ayuda de los necesitados. En circunstancias como las que ya vivimos y se avecinan nuestra responsabilidad no se puede satisfacer con el mero cumplimiento de los deberes habituales, sino que, como ha señalado monseñor Ceballos, obispo de Cádiz-Ceuta, en su sonada carta pastoral de Cuaresma, tenemos que ir bastante más allá. Que en esta Semana Santa seamos capaces de interiorizar su potente mensaje y descubrir eficazmente la "dimensión solidaria de nuestra vuelta a Dios" que este tiempo reclama.

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