La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

…Y parió el Nilo

Maldición bíblica parece que en plena expansión del coronavirus aparezca el virus del Nilo

Hay que silbar en la oscuridad para darse ánimos, les decía ayer. Pero a veces el silbido no sale, aunque la mismísima Lauren Bacall nos dijera aquello de: "Sabes silbar, ¿no? Juntas los labios y soplas". Hay ocasiones en que por mucho que se junten los labios y se sople lo más que se logra es un flácido espurreo propagador de virus. Por ejemplo, al leer nuestros titulares de ayer: "Andalucía alcanza la cifra más alta de ingresados desde el 8 de mayo", "La edad de los contagiados cae por debajo de los 30", "La provincia supera los 500 casos activos tras sumar 45 nuevos en las últimas 24 horas", "Dos contagios de Covid obligan a clausurar las escuelas de verano de dos colegios" (aviso para septiembre). Si se les añaden estos otros titulares también de ayer -"Salud confirma 19 casos de meningoencefalitis vírica en la provincia y 5 están en la UCI", "Dan positivo en virus del Nilo 11 de los 19 casos de meningoencefalitis", "La infección del virus del Nilo carece de tratamiento"- el intento frustrado de silbar puede acabar en sollozo.

Falta que las aguas del Guadalquivir se conviertan en sangre, haya plagas de ranas y saltamontes o llueva granizo y fuego para que nos sintamos como los súbditos del faraón padeciendo la ira de Yahvé. Porque maldición bíblica parece que el virus del Nilo se sume al otro que inició su viaje en China en todavía hoy ignoradas circunstancias hasta infectar a casi 21 millones de personas en todo el mundo y matar a 749.424, de los que 329.784 infectados y entre 28.579 y 40.000 fallecidos corresponden a esta España nuestra especialmente castigada: los contagios se han disparado -Sanidad notificó ayer 2.935 casos en 24 horas, casi el doble que el día anterior- y tenemos la incidencia acumulada más alta de Europa, rozando los 100 casos por cada 100.000 habitantes.

Cabe preguntarse si se está haciendo lo posible para controlar y prevenir. Cabe preguntarse por qué Italia, tan duramente golpeada cuando la pandemia estalló en Europa, es ahora uno de los países europeos con mejores datos. Cabe preguntarse qué hacen sus autoridades, y no hacen las nuestras, para que su incidencia acumulada de contagios sea 10 veces más baja que la española. Y cabe preguntarse si hemos recaído, vista la tibia respuesta ciudadana y de la oposición ante tan malos datos que son resultado de una mala gestión, en aquella pasividad fatalista de "lo que tenga que ser será".

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