Tribuna libre

fernando / santiago /

Con mi papá de la mano

EN 1967 nos fuimos a vivir a Madrid. Mi padre alquiló una casa en la Avenida del Manzanares 80, segundo piso, frente al Estadio del Manzanares. Desde el balcón se veía la portería del fondo sur. Mis padres se hicieron socios de inmediato y yo me tenía que conformar con ver el trocito de campo que se vislumbraba desde la otra acera del río. Al poco murió mi madre y yo heredé su carnet. Iba con mi padre todos los domingos con independencia del tiempo. Si llovía nos mojábamos, si hacía frío nos pelábamos. Pero allí estábamos nosotros con ese penetrante olor a puro, con un paquete de pipas y la algarabía natural de un campo de fútbol. Por aquel entonces nadie se ponía una camiseta para ir a ver un partido así que el recuerdo que yo tengo es más bien en blanco y negro. Eso sí, había unas almohadillas duras y espesas que servían para arrojarlas al campo cuando se producía alguna injusticia , tan recurrentes en la historia del Atleti. A veces incluso al golpear dos se formaba un ruido ensordecedor. Los días que había derby nos llevaba mi padre a comer al Schotis en la Cava Baja y de ahí nos íbamos él y yo al campo. Este año, por cierto, el derby cae un 20 de noviembre. De aquella remota época queda poco. Lo que hoy se llama el Estadio Vicente Calderón ha cumplido 50 años cuando el club, de manera equivocada a mi juicio, se dispone a mudarse en medio del campo, en la zona noreste de la capital. Siempre me han gustado los estadios situados dentro de las ciudades. Prefiero Anfield Road al Allianz Arena , mejor Stanford Bridge que San Siro. La Peineta, o como quiera que se llame en el futuro, estará en el centro de la nada. Mientras al Madrid le recalificaron generosamente su ciudad deportiva, al Atleti le han racaneado hasta el último metro cuadrado, y eso que el traslado fue una iniciativa municipal.

El caso es que desde la Avenida del Manzanares nos mudamos al Paseo de la Chopera, unos metros más al este, también en la ribera del río. Siempre cerca del estadio durante los 10 años que vivimos en Madrid. De todos los momentos mágicos que he disfrutado en ese estadio, primero con mi padre y luego con mi mujer y mi hija, recuerdo la final de lo que se llamaba la Copa Intercontinental y el 4-0 al eterno rival hace ahora un año. Las galopadas de Ayala, la elegancia de Gárate, las faltas de Zapatones, la alegría de Pereira, el carácter de Arteche o del Cholo. Hace 50 años a los jugadores les daban tirones, ahora todos tienen problemas con los isquios. Nadie usaba espinilleras ni calentadores de piernas, no había fisios sino masajistas. Los equipos tenían hasta un capellán. En la tele daban un partido los sábados y el resto había que oírlo por la radio en el Carrusel Deportivo "conexión con Las Gaunas, minuto de juego y resultado". Cuando uno iba al estadio tenía que llevar las claves del Marcador Simultáneo Dardo para saber que Camisas Ike era el Valencia-Osasuna, junto con el bocadillo que te daban en casa. No había ni M-30 ni túneles ni Madrid Río. Bernabeu ya había impuesto su dictadura sobre el fútbol español como ha continuado Florentino. Un dirigente socialista, Miguel Ángel Martínez, se salvó de la cárcel por llevar un carnet del Atleti en el bolsillo. Lo que es la vida. Paseo de los Melancólicos, Manzanares, cuanto te quiero.

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