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Tres palabras en San Telmo

El triunfo tiene muchos amigos siempre y Moreno lo sabe, la derrota es la que vuelve esquivos a los que te abrazan

Jornalero, Andalucía, Padre. Antes de que llegara la calor fuerte, la gente allí sentada frente a la fachada principal del Palacio de San Telmo, en lo redondo de la calle, Juanma Moreno hizo un discurso de inauguración de mandato presidencial como se suele decir: Tal como es él. En el que sobreabundaron las palabras 'jornalero', el oficio de su abuelo; Andalucía, fuente de orgullo y de deseo; y 'padre', que es el doloroso nombre de la ausencia y de la pérdida. Las palabras fueron más potentes que algunas imágenes, como la del nuevo presidente abrazado a sus tres hijos, tan bien peinados y vestidos para la ocasión. Y las de recordatorio del día, como las de Rajoy y Feijóo con el presidente, y otras. El triunfo tiene muchos amigos siempre y Moreno Bonilla lo sabe de sobra, es la derrota la que vuelve esquivos a quienes de lo contrario sonríen y te abrazan. En Andalucía ha triunfado el pedigrí que llega de un jornal campesino, el carácter templado y tranquilo, y el amor a la tierra, que ni es ni puede ser exclusivo de quienes se llaman andalucistas. Juanma, el huérfano, nieto de jornaleros, y presidente elegido por mayoría absoluta, es andaluz y, por lo tanto, español. Y a Andalucía que no la toquen porque se revolverá. Hasta en esto ha encontrado el tendido para avanzar, no desviarse ni mínimamente. Es lo que Andalucía le ha comprado, que dicen algunos: centralidad, moderación, optimismo. Con la sonrisa siempre puesta en la cara. Es su radicalidad, su discurso de lo irredento. Vamos, el nieto de jornalero, diciendo esto, no tiene que dar demasiadas explicaciones. Sus ocho apellidos andaluces son lo que está a la vista. De jornal campesino a jornal presidencial. Sus jornadas de sol a sol tienen aire acondicionado y las realiza de chaqueta y corbata. Una firma suya mueve más tierra que un golpe de azadón. Y da más frutos. Curiosa esta transubstanciación, el optimismo frente al mundo malo que ya se dibuja en el horizonte. Sobre una Andalucía que ha tomado una decisión que hacía mucho, mucho, mucho que no tomaba. O que no había tomado nunca. Se ha sacudido el polvo de la sospecha y la incertidumbre, no se ha creído lo que le aseguraban y se ha decidido por este hombre que sonríe, el nieto del jornalero, el huérfano de padre que de alguna manera se ha convertido en padre de la Andalucía de este tiempo. O cuando menos, tutor. Tiene cuatro años para cuadrar las cuentas y demostrar que otra vida es posible, aunque sea, fatalmente, un hombre solo. Tres palabras definitivas, decía.

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