Estos días, la antigua fábrica de tabaco acoge el XXIV Congreso Español de Ornitología. Y pienso que los amantes de los pájaros, al contrario que los amantes de Star Wars, no han logrado desprenderse de su etiqueta de friqui patanegra. Cosa extraña, pues quien no ha empleado tiempo en observar y/o aprender de los pájaros, no está realmente en el mundo: lo conoce un poco menos, lo ama un poco menos. Ya sabemos que los gorriones, a quienes ahora buscamos con ansia, podían parecer intrascendentes pero eran esenciales. A nada que te acerques, los emplumados te revelan detalles fascinantes. El petirrojo, esa llamita frágil, es territorialmente feroz. Si los humanos tuviéramos plumas, quizá no fuéramos tan listos como los cuervos. Y ahí tenemos al águila arpía, inventada para replantearnos la veracidad de los mitos griegos. Frente a quien vuela, uno sólo puede sentirse tan insignificante como a vista de pájaro.

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