La esquina

josé / aguilar

Sí es un país de viejos

VAMOS realmente embalados hacia una sociedad de viejos con una esperanza de vida prolongada, pero unas expectativas vitales marcadas por la penuria. Viviremos mucho más tiempo, pero viviremos peor de lo que estamos acostumbrados. España envejece. Nuestra pirámide de población es cada vez menos picuda. Ancha en la franjas correspondientes a las edades maduras y estrecha allí donde se reflejan y representan niños y adolescentes.

La primera tentación es endosarle la responsabilidad de esta sangría demográfica a la crisis, que lo mismo vale para un roto que para un descosido. Hay razones para ello: si España perdió 310.000 habitantes entre 2011 y 2013 fue, en buena parte, porque la crisis condujo a la emigración de españoles -pero sólo 80.000 en un año, no tantos ni tan mal formados como sus abuelos de la década de los sesenta del siglo pasado- y porque muchos inmigrantes del tiempo de las vacas gordas emprendieron el camino de retorno a sus países de origen tras su expulsión del mercado laboral. Últimamente también han empezado a irse los jubilados procedentes de países ricos porque ya el coste de la vida española ha devaluado en la práctica sus pensiones y Hacienda se ha fijado en ellos con muy mala idea.

Pero no todo va a ser crisis. La verdad es que mucho antes de la crisis España ya había experimentado una reducción notable de la fecundidad, alcanzando índices de natalidad absolutamente exiguos, más bajos incluso que los de los países nórdicos y sólo comparables a los del Estado Vaticano, que por razones obvias no es muy propicio para los nacimientos. Como, mientras tanto, ha mejorado sin cesar la salud de los mayores, las cuentas son fáciles: cada vez más viejos que no se mueren y cada vez menos niños que no nacen significa que no hay relevo generacional, lo cual supone, entre otras cosas, que el sistema de pensiones está objetivamente en peligro. Por demasiados pensionistas y demasiados pocos cotizantes.

¿Por qué los españoles han decidido reproducirse menos? Ya digo que no es por la crisis actual, dado que la natalidad escasa se consolidó cuando aún no había crisis. Además, muchas más dificultades económicas padecieron aquellos antepasados nuestros que tuvieron una media de cuatro hijos. Yo creo que es por un cambio de forma de vida, de valores y de mentalidad. Asegurarse la descendencia ha dejado de ser una prioridad para los españoles. Se piensa más en uno mismo que en los que podrían venir.

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