EL ALAMBIQUE

Salvador / González / Mateos

Un padre en la estacada

HACE pocos día me lo encontré tomando el sol con su pequeño en una plazoleta, aprovechaba que era un día no lectivo. Cuarenta años antes compartimos aulas, enseñanzas y patio de colegio. Nos embardunamos de ciertos valores cívicos y deportivos muy positivos, en medio de un sinfín de tonterías doctrinarias que aprendimos obligatoriamente al pie de la letra. Pero no hay vuelta atrás, esa fue la educación de nuestra infancia y de nuestra miserablemente castrada adolescencia. Desde el inicio de ésta, él ayudaba a su padre haciendo planos a diario cuando salía del colegio. ¿Cuántos millones de trazos habrá dibujado desde entonces?

De jóvenes los amigos pasábamos por el estudio de su casa, charlábamos y nos hacíamos mayores mientras tiralíneas, rotring y el paralé los manejaba sin descanso. Siempre me dio coraje verlo esclavo del trabajo, primero con la tinta china y después , cuando nos reencontramos en la madurez, manejando el ratón y el puntero del ordenador con una rapidez y una precisión inusitada. Rabia me daba, porque detrás de ese delineante por herencia, había un genial artista con una capacidad enorme para el cromatismo y todo tipo de actividad creativa. Pero la necesidad le obligó a subarrendar su trabajo constantemente. Otros y otras se lucraron con su callada labor. Miles de planos curró que otros firmaron y mejor cobraron. Le engañaron como a un chino.

Maduro conoció el amor y fruto de este, un hermoso hijo que apenas nacido quedo huérfano. Y él sin su compañera. En estos ocho años, he visto cómo ha sacado a su hijo adelante, entregándose sin desmayo. Ahora, cuando pasa los 50, quienes durante años se lucraron de su labor infatigable y malpagada le han dejado tirado. Tanto tiempo cotizando como autónomo y se ha quedado en la nada. Con nada y solo con su hijo. Le apremian con el alquiler, a pesar de haber cumplido siempre durante más de 20 años. Trabajador incansable, polifacético,con tanto potencial artístico y padrazo abnegado, merece una oportunidad. Su hijo lo necesita a él. Y ambos comen a diario.

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