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El pacto de los montes

El cordón sanitario a Vox ha durado igual que un cordón umbilical en el paritorio, aunque la izquierda lo añore

Es un clásico, tanto por lo literario como por lo religioso: con la alegría del nacimiento, se olvidan los dolores del parto. Pongamos (poniéndonos prosaicos) que esta vez la parturienta ha sido la política, y que la nueva criatura ha sido el pacto entre el Partido Popular, Ciudadanos y Vox para la mesa del parlamento. Alguien dirá que eso habrá sido, en todo caso, el parto de los montes, y que la composición de la mesa, con su puestecico para Vox, no era más que un ratón previsible. Pero no nos engañemos. Si ha sido tan doloroso, no era un ratoncito.

Que ha costado es evidente. Hasta el último momento, C's ha estado haciendo remilgos, alargándolos hasta el extremo recibir, sí, votos de Vox, pero sin votarlo para nada. Había comprado demasiado rápido a la izquierda la demonización de Abascal, con Manuel Valls de vocero antivox. Por eso, Juan Marín amagó a la izquierda, para poder coger por la derecha, si no con la conciencia tranquila, al menos con la equidistancia abocetada en el aire. El PP ha negociado bajo cuerda y bajo cero. Podemos se ha dado cuenta (tarde) de que lo utilizaban para guardar la simetría, y se ha ido, pero quiere volver. Y el PSOE venía con los dolores de casa (desde la noche electoral), así que no es extraño que se queje.

Ya pasó todo. Y no ha sido tan pequeño porque supone la entrada con honores de Vox en la política institucional. En el mismo momento en que se hacía público el acuerdo, los apoyos mediáticos de Ciudadanos, que, lógicamente, son muchos, porque la España oficial prefiere el centro, y los del PP también, tuvieron que empezar a recordarnos que Vox es un partido constitucional que no ha protagonizado ningún desorden público y que tiene 400.000 votos nada más que en Andalucía. Y lo que es más importante: empezaron a recordar al PSOE que se reúne y gobierna España con partidos antinacionales, anticonstitucionales y que están en contra del ordenamiento jurídico y del orden público.

El cordón sanitario a Vox ha durado lo mismo que un cordón umbilical en el paritorio, aunque la izquierda lo añore y lo invoque. Sin la complicidad de C's y del PP, no hay cordón que valga. Ahora todos tendrán que encontrar su sitio en la vida como partidos maduros, negociar sus programas, afinar sus perfiles ideológicos, etc. Pero Vox, que salió del armario en las elecciones, ha salido también de la inclusa donde pretendían abandonarlo. Eso ha pasado.

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