Con la venia

Fernando Santiago

fdosantiago@prensacadiz.org

Los otros

Cs es como Los Otros, que están muertos y no lo saben. Quizás por eso sobreactúa el vicepresidente Juan Marín

SUPONGO que sabrán ustedes el chiste del que se cae desde el undécimo y cuando va por el quinto le preguntan "¡¿cómo vas?!" a lo que responde "¡por ahora bieeenn!". Algo así parece Ciudadanos, partido al que en un arranque de lucidez daba por enterrado Mario Vargas Llosa en Sevilla, aquel día que dijo que no importaba la libertad sino votar bien (se supone que votar bien es votar lo que él considera correcto). El magnífico autor al que le deben obras memorables, el mejor escritor vivo en lengua española, no hacía sino confirmar lo que sabe todo el mundo: Ciudadanos es como Los Otros, que están muertos y no lo saben. Quizás por eso sobreactúa el vicepresidente Juan Marín, porque ni en sus peores pesadillas llega a imaginarse vendiendo relojes o ajustando sus mecanismos, una vez probada la feliz vida política consistente en coches oficiales, móviles y gastos a cargo del contribuyente, colocar a sus amigos del pueblo (lo que dieron en llamar el Clan de la Manzanilla, una red clientelar como otra cualquiera), gastar dinero en Sanlúcar (ya se sabe que todo concejal se arregla su calle), aparecer un día sí y otro también diciendo cualquier simpleza, como si sirviera para algo. El PP ya se ha engullido a Ciudadanos, la corrupción se da por amortizada, los Gurtel, Punica y Lezo son cosa del pasado. Ahora la estrategia es girar hacia Vox para recuperar parte del electorado fugado al partido de extrema derecha o, llegado el caso, utilizar al partido de Abascal (¡y del juez Serrano!) como muleta. Juan Marín de vez en cuando sale muy ufano a decir que no se van a adelantar las elecciones, como si fuera competencia suya, en la expresión de un deseo más que de una realidad, como si los nueves meses que van de marzo a diciembre significaran algo para los votantes, aparte de prolongar su agonía: ya se dice en el mus "engordar para morir". El colmo de la paradoja es cuando dijo Marín que no se fiaba del PSOE, él que fue el bastón de Susana Díaz, lo que no debe importar porque tenemos memoria de pez, nadie parece recordar aquellos tiempos. Comprendo que la estrategia de Juan Espadas, en este caso, es coincidente con la de Juan Marín: prolongar la legislatura hasta su límite para aprovechar esos meses por si suena la flauta. Tanto uno como otro parece que tienen negros presagios, Juanma Moreno juega con ellos como un león con unos ratoncitos, les da con la zarpa hasta el momento en el que decida tragárselos.

Post Scriptum: ¿en casa de quién está ahora Juana Rivas? ¿Una administración puede negarse a cumplir una ley, como ha anunciado el PP con la de Vivienda?¿Si lo hace lo podemos hacer también cualquier ciudadano, incluidas las leyes que apruebe el Parlamento?

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