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El orden y los factores

Podríamos ahorrarnos tiempo y disgustos si preguntásemos al pueblo por la reforma constitucional

Ha tardado poco el Gobierno Sánchez en hablar de la reforma constitucional. Hay quien, ante un guiño tan desmesurado al nacionalismo golpista, se desengaña de la buena pinta que tenía este gobierno, pero, en realidad, es lo mismo: postureo de postureos y todo postureo. Un cambio de Constitución requiere de mayorías que el PSOE no alcanza ni con sus socios más estrafalarios y de consensos que están muy lejos de darse en la España contemporánea. Sánchez lanza el globo para adornarse con el rollo del talante negociador y el "hice lo que pude".

La lástima son las energías que van a consumirnos las negociaciones, análisis, discusiones y desencuentros desordenados. Con la de cosas serias de las que tenemos que ocuparnos. ¿Quieren una lista? El hundimiento demográfico, la salud de las pensiones, el modelo productivo, el sistema de enseñanza…

Aunque sé que es lanzar un brindis al sol, porque aquí lo único que importa es brillar, propongo una solución. Alterar el orden de los factores. Si al final del proceso (esto es, al final de tantísimas energías públicas y privadas malgastadas), el pueblo español tendría que votar la reforma de la Constitución, ¿por qué no hacer un referéndum antes? Prevenir es curar.

La papeleta podría tener tres cuestiones, a elegir una. Una, ¿quiere usted una reforma constitucional que satisfaga definitivamente (por ahora) a los nacionalistas y que encuentren su enjuague territorial, digo, encaje? Dos, no le toques ya más, que así es la Constitución. Tres, ¿quiere usted una reforma constitucional que bloquee definitivamente (para siempre) las competencias y refuerce la soberanía, para que, aunque siga siendo discutible, dejemos una temporada de discutirla, y podemos dedicarnos a sacar adelante nuestras cosas más juntos y sin tanto follón? Por supuesto, la redacción de las preguntas podría ser otra, pero no el sentido. O reforma hacia el federalismo asimétrico o no reforma o reforma para fortalecer la unidad nacional. Si ni la pregunta 1 ni la pregunta 3 superan un 50% de los votos, habría que conformarse con seguir como estamos. En este caso, nos ahorraríamos un tiempo precioso. Y en los otros dos, un montón de vueltas y revueltas absurdas, pues marcaríamos un rumbo.

No lo harán, porque aquí no importa el tiempo -en algo habrá que gastarlo hasta las próximas elecciones- ni el rumbo, siempre que el que sea lo sea bien rumboso. The show must go on.

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