Línea de fondo

rafa Burgal

Los ojos de la ambición

EN unas declaraciones poco después de dar su lista para el Mundial que comienza en dos días, el seleccionador nacional, Vicente del Bosque, aseguraba que los ojos de sus jugadores "después de haber ganado tanto, no son los mismos que cuando empezaron". La ambición, a base de títulos y más títulos, cambia. Sobre todo cuando el gen competitivo patrio estaba acostumbrado a vivir entre fracasos. Seis años de éxitos a nivel de selecciones, más los conquistados en los clubes, hacen que las miradas de los nuestros no brillen como en 2008. Dos eurocopas y un mundial de fútbol. Lo que nunca nos imaginábamos.

Una cosa es el previo y otra la competición, en la que, cuando los más grandes entren en liza, todo cambia. Yo estoy de acuerdo con las palabras de Del Bosque para alertar a los suyos ante lo que viene. De hecho, hasta en el aficionado la mirada cambia a la hora de sentarse y ver una competición de esta altura.

Parto de la base de que el Mundial es el acontecimiento que más me gusta a la hora de seguirlo por todo lo que mueve, haciéndote capaz de tragarte cualquier partido que, en condiciones normales, no vería. Te vuelves como un Maldini o un Axel Torres y opinas como si hubieras visto todos los domingos a cualquier jugador.

Pero tantos triunfos te hacen cambiar el prisma con el que se ven las cosas acostumbrado a tanto fracaso. Porque, queramos o no, España a nivel de selecciones era un país de perdedores. Ya no. El listón está tan alto que es científicamente imposible juntar a jugadores tan buenos alguna vez más en este país, o en lo que quede de él en un futuro.

Desde que tengo uso de razón, y hasta llegar a la Eurocopa del 2008, tuve que ver el codazo de Tassotti a Luis Enrique, la cantada de Zubizarreta ante Nigeria o la canallada ante Corea. Ahora, este Mundial lo veré con tranquilidad y algo de pasión. Será para disfrutarlo más que para sufrirlo.

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