DURANTE los meses de verano me gusta escribir columnas frescas, alegres, que inviten a ser leídas en la playa o a la sombra de un chiringuito, que animen a los lectores del Diario de Cádiz a ver la vida con optimismo, con ganas disfrutar del buen tiempo, de la familia, de los amigos, etc. Pero este año me está costando. De verdad, no veo mucha alegría y risa a mi alrededor, más bien todo lo contrario, y eso que vivo en "la ciudad que sonríe". Me levanto cada mañana con una mala noticia para Cádiz o su provincia o para los gaditanos en general, incluso para los visitantes. Cuando no es un incendio, es un desfalco millonario en las cuentas de alguna delegación autonómica o estatal, o en algún municipio o también veo cada día más paro. También me encuentro con que los responsables del Bicentenario ven la cosa negrilla, negrilla. Eso del 2012 se está desinflando a base de retrasos, falta de fondos, de interés de algunos o de muchos, de promesas incumplidas después de las elecciones, etc. Tengo hasta mis dudas de que este año nos visiten los aviadores en la Playa Victoria, con sus aviones supersónicos y sus paracaídas. Es bonito, no hay duda, pero es ruidoso, y supongo que caro. Además da tortícolis, luego incrementa el coste sanitario de Andalucía, ya se sabe: dolores de cuello, insolaciones, hay que tomar pastillas, las pastillas son caras, las cremas solares también y eso si no te quedas sordo, lo que también aumenta el gasto sanitario de Andalucía. En fin, que habrá que acostumbrarse a que lo de Las Aletas fue tan solo un manojo de fotos de políticos incapaces y que lo del cierre de Delphi fue solo el preludio de otros cierres de empresas en la Bahía. Entre tanto desajuste y abandono, me he acordado de la célebre película de Stanley Kubrick: 2001: una odisea en el espacio, ¿no será el 2012 una odisea sin espacio, o una odisea que va despacio? Por el bien de Cádiz esperemos que no.