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La tribuna

Antonio Santana Gómez

Un objetivo 'modesto' para Andalucía

NADIE mínimamente avisado puede negar la existencia de una cierta complacencia dentro de nuestra forma de vida. Más o menos se concreta en la siguiente frase: "En Andalucía somos pobres, pero ¡qué bien se vive!". De ese modo, nos solazamos en nuestra situación y sólo nos llega algo de envidia cuando viajamos fuera y vemos cómo se desarrollan las cosas allí.

Y mientras tanto, me parece intuir un cierto ensimismamiento en nuestros dirigentes, que se dedican a esto de la "cosa política" más como un arte de mantener (o alcanzar) el poder que como un instrumento para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, dentro de lo cual ocupa un lugar muy importante la consecución de un mayor nivel de riqueza. Y así nos perdemos en la patología del sistema (la corrupción y otros cuerpos similares) y se nos olvida qué es realmentelo que debe ser relevante en el gobierno.

Dicho todo esto, nadie puede negar que las condiciones de vida en Andalucía han mejorado en los últimos cuarenta años. Pero también nadie puede negar que seguimos estando en los últimos puestos en la distribución de la riqueza per capita nacional, donde históricamente sólo superamos a los extremeños. Esta posición ha sido cuestionada por muchos mediante la referencia al margen de economía sumergida que se aprecia en nuestra comunidad. Pero lo cierto es que, si reparamos en los datos históricos y descontamos que lo "negro" no es patrimonio exclusivo de Andalucía, nuestra renta per capita está siempre unos 1.500 euros anuales por debajo de la siguiente en el escalafón, que es Castilla-La Mancha. De ese modo, puede decirse que somos una de las comunidades más pobres de España y que -hasta ahora- no hemos sido capaces de ir subiendo en dicho escalafón. Personalmente, me resisto a la resignación y considero que no podemos caer en la autocomplacencia, sino que hay que fijarse un objetivo, que -parangonando el ámbito deportivo- cifro en la superación, en renta per capita, de Castilla-La Mancha. Soy consciente de que es una propuesta simplona, pero es fácil de entender: se trata de que todo ciudadano andaluz tenga una renta superior que la de un ciudadano castellano-manchego, esto es, que ganemos un céntimo de euro más que ellos.

Y a la consecución del mismo debe estar ordenada la actividad legislativa, de modo que cuando nuestros representantes se pongan a trabajar piensen, además de otras muchas cosas, en si lo que están redactando ayuda o no a la creación de riqueza en nuestra comunidad. Y si no sirve a tal objetivo, hay que modificarlo. Y este objetivo debe ser el gran principio orientador también de la acción de gobierno, de modo que, siempre dentro de la legalidad, nuestros gobernantes (y los funcionarios que los asisten y que todos pagamos) deben escoger, de entre las diversas opciones posibles, la que más empuje en la dirección ya citada de creaciónde riqueza. Y si no es así, no nos sirve.

En una lectura superficial podría achacarse que la propuesta que hago tiene un determinado sesgo político, pero estoy convencido de que vivir mejor no es de izquierdas ni de derechas; es la ambición legítima del género humano. Más aún, cuanta mayor prosperidad exista, más fácil será nutrir de fondos los servicios públicos para atender las necesidades generales (seguridad social o enseñanza) pero también las de los que "se quedan por detrás" (desempleo, dependencia, vivienda…). Como se dice en castizo, "para repartir hay que tener". Y lo que se plantea en este momento es "tener más para repartir mejor".

Por todo ello, propongo este "modesto" objetivo, subir un puesto en el escalafón regional de la renta per cápita. Se trata de que todos -muy señaladamente los políticos y funcionarios- nos levantemos con la consigna de que lo que se haga durante el día coadyuve a esta finalidad. Si lo conseguimos, viviremos mucho mejor, que es de lo que al fin y al cabo se trata.

Y excuso decir las muchas ventajas que ello va a suponer para la economía española.

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