De la necesidad virtud

El gran problema que tiene la propuesta del voto 1+1+1 es que no sale si no se aplica (como es lógico)

Escribí hace unas semanas a favor del 1+1+1, que sostiene la conveniencia de que los electores de PP, Cs y Vox voten al candidato número 1 al Senado de las tres formaciones constitucionalistas. Aprovechando el sistema de listas abiertas, se desactivaría una mayoría del PSOE sobrevenida por la fragmentación del voto de centro y de derecha. El tema ha vuelto a la actualidad gracias a un vídeo viral muy pedagógico.

El problema de esta propuesta es que puede haber votantes que se empeñen en no creérsela o que quieran barrer para casa en el secreto de las cabinas electorales. Esto sólo funciona si se aplica, como todo. Saldría con más seguridad si los tres líderes saliesen a pedir el 1+1+1. Quizá pecan de irresponsables no haciéndolo. Pero incluso con esta dificultad, el método ofrece ventajas y consuelos.

La primera virtud que podemos extraer a fuerza de necesidad es que los votantes no deberíamos esperar de los líderes que nos lleven de la manita a las decisiones correctas. En conciencia y, en este caso, en puro cálculo, hemos de actuar por nosotros mismos, indicándoles de paso a ellos la necesidad de un entendimiento para después de las elecciones.

Si no sale porque muchos no entran en razón, todavía hay más consuelos o más virtudes que sacar de la necesidad. En realidad, no se perderá nada porque, si no se hace el 1+1+1, el PSOE arramblará con los mismos 3 senadores por provincia que los que arramblará si el 1+1+1 sale mal, pero al menos se habrá intentado; y se habrá votado confiando en la racionalidad de los vecinos, que es un bonito gesto comunitario.

Todavía más. Si, al final, el Senado cae del lado del PSOE y el Congreso del lado del centro y de la derecha, la pérdida no es irreparable. Fijémonos lo cómodo que ha gobernado Sánchez en absoluta minoría senatorial sin que le haya importado un bledo.

Está la cuestión de la aplicación del 155, que sí depende del Senado; pero incluso si se tuviese bloqueada esa posibilidad, se podrían encontrar otras más eficaces de controlar a una autonomía díscola: un minucioso control presupuestario, la aplicación instantánea del Código Penal a quien infrinja las leyes y las sentencias judiciales, las altas inspecciones del Estado, etc. No olvidemos que el 155 resultó un brindis al sol. Se encontrarían otras fórmulas, si no somos capaces de que funcione la del 1+1+1, que, desde luego, es la fórmula más sencilla: una suma simple.

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