Calle Ancha

Alberto Ramos / Santana

Una muestra de perversión política

EL Partido Popular no se fía de lo que dice Sortu, ni de Batasuna, pero se fía de lo que dice ETA. Es una contradicción, otra más de un partido que va dando palos de ciego a todo lo que se mueva, sea en el sentido que sea, con tal de arrimar un voto. Si hay que denunciar corruptelas, se denuncian, pero sin mirar a Valencia; si hay que decir que en Castilla La Mancha el PSOE les ha espiado, se dice, pero haciéndose el sueco en la Comunidad de Madrid; si hay que decir que el gobierno de Zapatero no ayuda a las PYMES, ni a los autónomos, se dice, pero sin mencionar en absoluto a los ayuntamientos gobernados por el PP que no pagan a sus proveedores y que han propiciado la ruina de más de una pequeña empresa.

Las acusaciones al gobierno socialista de negociar con los asesinos de ETA no son nuevas, pero ahora, ante la inminencia de elecciones, se han recrudecido, olvidando, también, que con ETA han intentado llegar a acuerdos todos los gobiernos de la democracia. Recuerden, si no, cuando Aznar calificó a los terroristas de "Movimiento de Liberación". El intento de desgastar, no ya al gobierno, sino a Pérez Rubalcaba, al que ven como hipotético candidato del PSOE en las próximas generales, cobra tintes grotescos. Primero acusaron al PSOE de tibieza con la candidatura de Sortu, y cuando ya el Tribunal Supremo ha dicho que la formación vasca ha sido, como Batasuna, alentada y tutelada por ETA, siguen desconfiando de que el gobierno vaya a permitir a sus promotores participar en las municipales con otro sello. Insisten en que no se pueden fiar de las nuevas formaciones, ni de sus declaraciones de buenas intenciones, pero se fían de los papeles de ETA. Las actas de ETA, las anotaciones de un miembro de la banda asesina, se convierten en dogma de fe; ahora lo que vale es lo que dice ETA, no lo que dice el gobierno legítimo y democrático que obtuvo el mayor porcentaje de votos en la últimas generales. Se ha llegado a tal extremo que una de las asociaciones de víctimas del terrorismo -la que está bajo el paraguas del PP, que hasta en esto se hace política-, declara que cree antes a la banda de asesinos que al gobierno que los persigue y detiene, olvidando -esto no les conviene recordarlo, como tampoco lo recuerdan en el PP-, que en el último período de tregua, gobernando el PSOE, y gracias a la acción policial, han entrado más etarras en la cárcel que en cualquier otro período de la historia de la banda asesina.

Este cúmulo de declaraciones, este torrente de acusaciones sin demostrar fehacientemente, este volcán de manifestaciones que sólo buscan erosionar al gobierno -se podría hacer un análisis similar con lo que ocurre en Andalucía-, es una muestra de perversión política de quienes parece que no les preocupa, siquiera, el daño que le están haciendo a la democracia y a la imagen de la política y de los políticos, grupo del que ellos mismos forman parte.

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