Los trabajos del primer Centenario de las Cortes de Cádiz culminaron con la construcción del magnífico monumento situado en la plaza de España, obra de Aniceto Marinas y Modesto López Otero.

Sin embargo, el monumento actual no se llevó a cabo con los requisitos que establecieron el Ayuntamiento de Cádiz de 1812 y las propias Cortes. En efecto, al proclamarse la Constitución y decidir las autoridades de la época levantar "un magnífico monumento que perpetúe la memoria del día en que se proclamó", se fijaron tres requisitos principales.

El primero de ellos era la ubicación. El Ayuntamiento de 1812 aprobó que debía estar situado en la Alameda, frente a la iglesia del Carmen, "donde las Cortes y la Regencia dieron gracias al Dios de los ejércitos por la conclusión de tan importante obra y para que los navegantes puedan verlo al entrar y salir del puerto de Cádiz".

El segundo requisito establecía que el monumento debía recordar la colaboración de Inglaterra durante la Guerra de la Independencia. A este respecto la Junta del Centenario, presidida por el Conde de Romanones, recordaba el acuerdo tomado en la Isla de León el 19 de noviembre de 1810 de levantar un monumento en recuerdo del rey Jorge III, que facilitó "armas, dinero, tropas y navíos desde el primer grito de la Independencia".

El tercero señalaba que el monumento debía contar con una explanada o anfiteatro, "en el que puedan reunirse el Ayuntamiento y las autoridades de Cádiz". Ese anfiteatro, según el acuerdo municipal de 14 de abril de 1812, sería siempre el lugar elegido para conmemorar la Constitución y la "restitución de los derechos comunes e individuales de los ciudadanos y para consolidar su honesta libertad".

Los dos primeros requisitos fueron obviados en 1912 cuando comenzaron los trabajos de construcción en la nueva explanada resultante tras el derribo de las murallas, hoy plaza de España.