La ciudad y los días
Carlos Colón
Ministra fan, oposición Bartolo
Su propio afán
No todo es afonía y enología en la feria. A veces, forzando las cuerdas vocales, también se habla. Casi siempre para decirnos unos a otros lo bien que estamos en la feria y, en plan feedback, decir que desde luego. Si uno se fija, la cantidad de conversaciones agradables que se tienen en la feria es desorbitante y la proporción de ellas que versan sobre la feria misma es enorme.
Cuando otra vez el jolgorio ambiente nos sume en el silencio, reflexiono. Si el nacionalismo dependiese del amor a la propia tierra, el andaluz sería el más nacionalista de los pueblos de España, pero no lo es en absoluto. De hecho, para Antonio Machado un andaluz nacionalista sería un español de segunda, como todos los nacionalistas, pero algo todavía peor, un andaluz de cuarta.
Sin embargo, en amor a su tierra, a sus tradiciones, a sus costumbres, a su música, a sus vinos, a sus trajes regionales, etc., el andaluz no tiene igual. Tan arraigado está que Ortega y Gasset, tomándose las metáforas a la tremenda literalidad, concluyó que lo propio del andaluz es una condición vegetal, como el olivo o la vid.
Lo de pensar en el nacionalismo, como ha adivinado usted, sagaz lector, es por el contraste con las elecciones catalanas. En condiciones normales, nadie se pone en la feria a pensar en el nacionalismo. Pero si toca, toca; y uno se pregunta si el independentismo no será una falta de amor a su tierra. Obsérvese que en algo la ven gravemente defectuosa. Si se quieren liberar de España, es que la creen, ay, sometida a una potencia extranjera que, para colmo desprecian. Eso, claro, les produce una evidente irritación y un malestar íntimo. Ellos mismos lo reconocen: “No están cómodos”. No tienen un buen encaje constitucional. O sea, que están bastante jorobados tal y como están. Y no aman a su región tanto como dicen. Le ven el defecto de su naturaleza autonómica y, en su Historia, peor, pues nunca ha sido independiente. La sienten, en consecuencia, bastante tarada.
Se equivocan de cabo a rabo porque Cataluña, hasta donde la conozco (y la conozco un poco) es una tierra maravillosa. Ojalá en las elecciones voten muchos que la quieran como es, como fue, como ha sido siempre, y queremos que siga siendo.
Ahora mis amigos se han animado a hablar. Me acerco a ver qué me dicen. “Qué bien estamos, eh. Hoy va a hacer una noche espléndida”. Por la feria, lo dicen, no por el recuento electoral, que ya veremos.
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